ANTECEDENTES DE LA INDEPENDENCIA DE LA NUEVA ESPAÑA
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PRÓLOGO.
El presente estudio sobre “ANTECEDENTES DE LA INDEPENDENCIA DE LA NUEVA ESPAÑA” es un esfuerzo por demostrar la manifestación del poder absoluto que ejerce un país, a través de su representante llámese presidente, rey, virrey, primer ministro, etcétera, sobre otro u otros países.
Estudiar el proceso de independencia de la Nueva España es un tema importante, que se debe interpretar dentro de un contexto que vivieron simultáneamente los demás virreinatos (del Perú, de Río de la Plata y de Nueva Granada), aunque sus fechas de independencia fueron diferentes. Sin embargo, cuando España es conquistada por Francia (invasión Napoleónica), y sufre los efectos de una dominación, inicia su propia lucha de independencia por liberarse de la opresión francesa y de alguna forma las colonias o virreinatos apoyaron a España en su lucha por su independencia, con la finalidad de que las propias colonias no se convirtieran en parte del imperio francés y después este apoyo se transformó en una lucha por liberarse de España, es decir no depender de ningún otro Estado.
La conquista y después la colonización acarreó como resultado la imposición cruel de un régimen económico cuyo fin fue producir ingresos económicos que deberían ser enviados a España; esto origino la implementación de sistemas de trabajo agrícolas, mineros y de crianza de ganado y aves de diferentes variedades, desconocidos para los oriundos de las colonias. Con estas medidas económicas y sistemas de trabajo fue necesaria la construcción de vías de comunicación para poder trasladar las mercancías.
Otro método de sometimiento que cambio costumbres y formas de pensar fue la imposición de una nueva religión, inicialmente para su implementación los frailes de las órdenes mendigantes dieron preferencia a la catequización de los niños a quienes enseñaron el idioma castellano y la nueva doctrina, por lo que los frailes se vieron obligados a aprender las lenguas que se hablaban en la región que desarrollaron su trabajo, la religión católica fue impuesta por medio del terror con castigos crueles y despiadados aplicados a quienes se les comprobaba haber realizado supuestos actos de brujería o de herejía, la institución encargada de determinar la culpabilidad de dichos actos fue el Santo Oficio de la Inquisición, que fue empleado muchas veces para obtener como beneficio los bienes materiales y económicos del acusado, que por lo general fue objeto de venganzas o de intrigas políticas, por otra parte la religión católica influyó fuertemente en la educación pues fue la primera institución que se encargó de incluir en su doctrina oficios como los de carpintería, talabartería, zapatería, con la concomitante implementación de los talleres, también con la catequización se dieron temas teológicos, filosóficos, de gramática. Ya avanzada la colonización en 1540 se instalaron las primeras escuelas como la Universidad Real Pontificia, el Real Colegio de San Nicolás y otras donde se graduaban ya con títulos de teólogos y en derecho principalmente.
Se puede apreciar que la conquista y el sometimiento armado de América, fue simultánea con la imposición del catolicismo y ambos influyeron en los campos económico, político, social y militar, es importante destacar que personajes pertenecientes a estas instituciones participaron activamente en los planes independentistas de la Nueva España. De esta forma la conquista fue producto del descubrimiento de un mundo nuevo que prometía la adquisición de riquezas para la empresa conquistadora, solo que para lograrlas se tuvieron que imponer sus creencias, formas de pensar y costumbres, para lo cual crearon: poblaciones y ciudades, que después se convirtieron en virreinatos donde la sobreexplotación y los malos tratos fueron las causas que permitieron el apoyo de los indígenas a los criollos que tenían la intención de quitar del poder del virreinato a los peninsulares.
La independencia de Nueva España, fue originada por una compleja combinación de factores internos y externos, objetivo de este trabajo en el que se trata de presentar en forma breve, los factores ideológicos, religiosos, militares, políticos, económicos y sociales que anteceden la guerra de Independencia, la cual se vio influida ideológicamente por la corriente conocida como Ilustración, la independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa.
No obstante los esfuerzos del gobierno virreinal para impedir que los habitantes de la Colonia, hasta entonces aislados, conocieran estas doctrinas, la progresiva difusión de los ideales liberales y la asimilación que de ellos hicieron, en un principio, los jesuitas como Francisco Javier Clavijero y Alegre en el siglo XVIII, cuya labor continuaron tras su expulsión en 1767, discípulos como Ignacio Bartolache, José Antonio Alzate, Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio López Rayón, José Sixto Verduzco y José María Liceaga, entre otros, trajeron como consecuencia el surgimiento de una conciencia nacional que abanderó a la causa insurgente.
Esta serie de factores previos al levantamiento armado de 1810, coadyuvó en la toma de conciencia del pueblo mexicano de la necesidad, exigencia y deseo de independencia. Comenzó a manifestarse en la Nueva España una identidad nacional, que llevó a las clases oprimidas a cuestionar por qué todo se impuesto por medio de la fuerza y abusos, de esta forma el levantamiento armado del 16 de septiembre de 1810 representa un momento clave en la existencia histórica de México; se decidió en los campos de batalla su futuro y al mismo tiempo se dio una importante transformación en el espíritu de aquellos que se ofrecieron en holocausto por la patria: de entre los vestigios del caído régimen colonial surgió un nuevo pueblo, con autonomía, pensamiento y acción propios, que subsisten en el México actual.
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ANTECEDENTES IDEOLÓGICOS.
El levantamiento de los pobladores de la Nueva España en contra del dominio español, transformó radicalmente a una sociedad que pasó súbitamente de la aparente quietud a un estado de guerra.
Voltaire, uno de los principales representantes de la Ilustración, en la etapa que surgen los principales antecedentes ideológicos de la independencia de las colonias españolas en América; plantea en su Ensayo sobre las costumbres, que el pasado es inabarcable y que la autonomía es indispensable. Esta idea es uno de los antecedentes ideológicos que influyó en la independencia de la Nueva España y de todas las colonias de América, orientándolas a la búsqueda de su separación, lo que impulsó a las clases medias y trabajadora[1] hacia su emancipación, superar la grave y triste condición sociocultural en que se encontraban postradas. Lorenzo de Zavala, refiere así esta situación:
“Durante los trescientos años del gobierno colonial, estas clases reducidas a subsistir de su trabajo diario no tenían ningunas nociones de un estado mejor de vida, o al menos ni siquiera sospechaban el poder ser llamados a entrar en goces de otra especie que la existencia triste y miserable en que permanecían. Sus deseos, por otra parte, eran proporcionados a sus ideas, y éstas, como se ha dicho, ocupaban una esfera tan corta, que se puede decir con exactitud que solo conocían lo físico de la vida…”[2].
En la Nueva España, a lo largo del siglo XVIII, la exaltación de las culturas indígenas y de la patria mexicana fue una de las características del humanismo desarrollado por los jesuitas. Se comienza ya a formar conciencia de la identidad de México, Julio Jiménez Rueda dice respecto de los padres jesuitas en este proceso:
“..Hablan de “los españoles” como quien habla de extranjeros, no de compatriotas. Pero tampoco se sienten indios ni sueñan con un imposible retorno al imperio azteca. No son españoles; no son aztecas: ¿qué son entonces, y cuál es su patria? Son, y quieren ser, mexicanos: nada más y nada menos…”[3].
En el momento en que surge el levantamiento armado la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en el pueblo de Dolores, los diversos aspectos ideológicos que motivaron la revolución de independencia en México se transformaron impetuosamente de la doctrina al conflicto: pasaron de ser ideas liberales a materializarse en enfrentamientos en los campos de batalla[4]. La culminación de este proceso trajo como consecuencia un cambio en la configuración de la sociedad mexicana, anteriormente relegada a un segundo plano en relación con los españoles peninsulares, hacia una estructura moderna.
Las causas ideológicas que originaron la búsqueda de la independencia del pueblo de la Nueva España son la influencia de las ideas de John Locke, Denis Diderot, el Barón de Montesquieu, entre otros; el despotismo ilustrado, la independencia de Estados Unidos de la corona de Inglaterra, la masonería y la Revolución Francesa, las cuales fueron bien acogidas, debido a que durante tres siglos de yugo español se dio un proceso de formación de una especie de conciencia nacional como consecuencia de diversos deseos y voluntades acumulados, que progresivamente fueron apuntando a la consecución de los ideales de libertad. Comienza desde entonces a debilitarse la dominación colonial que se había impuesto y tras el rompimiento súbito de esta tranquilidad, se configuraron las partes en conflicto de esta revolución: el enfrentamiento entre mexicanos y gachupines[5].
La Guerra de Independencia tuvo entre algunas de sus causas, la divulgación en la Nueva España de nuevas corrientes de pensamiento provenientes de Europa, como ya se expresó, cuya transmisión fue favorecida por las actividades comerciales con el viejo continente que se realizaban vía marítima, de esta forma se intercambiaban noticias, pensamientos y descubrimientos, así como las nuevas ideologías que surgían en el viejo continente.
Los filósofos y la independencia en la Nueva España.
El pensamiento filosófico de Europa en esa época influyó en el virreinato de la Nueva España, ya que se caracterizó por la búsqueda de la verdad científica basándose en la razón para explicar la realidad del mundo en el que vivieron, dándole una connotación al ser, el yo y a realidades de la existencia del ser humano, al ser hecho a igualdad de Dios, ya que al ser todos hijos de Dios todos eran iguales con los mismos derechos y obligaciones.
Este sistema de pensamiento produjo un ambiente de autonomía y libertad de la razón individual, en el cual sobresalieron René Descartes, Francis Bacon, John Locke, David Hume, Baruch Spinoza, Guillermo Leibniz, Immanuel Kant, entre otros[6]. El panorama general durante esta fase estuvo encaminado a elevar el nivel cultural e impulsar el cultivo de la razón.
Por lo anterior los derechos del hombre, la soberanía popular y el racionalismo religioso; fueron los postulados centrales de los sistemas filosóficos del liberalismo, mismos que fueron atacados por el catolicismo acusándolos de difundir supersticiones y herejes propagadores de dogmas contra la Iglesia y el estado monárquico, fórmula que posteriormente sería adoptada por la Revolución Francesa.
El liberalismo político encuentra su primera sistematización en 1690, con la obra de John Locke, el ensayo sobre la inteligencia humana, obra que combate las ideas innatas y sostiene que la sensación y la reflexión son la constante de todas las ideas, este sistema filosófico se propago por las obras del inglés Hebert de Cherbury, del holandés Hugo Groot y del alemán Samuel Puffendorf, aunado a la coordinación y propaganda que se realizó en la revolución literaria del siglo XVIII, la hicieron intelectuales franceses, como Francisco María Arduet (Voltaire), Carlos Luis Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau y los enciclopedistas; Dionisio Diderot, Juan le Ron, D’lambert y le Metrie.
Por otro lado la masonería también jugó un papel en la preparación del campo ideológico de la independencia. La introducción en Francia de la masonería fue resultado de la difusión de la enciclopedia en el siglo XVIII, que contenía conceptos filosóficos y que más tarde serían asimilados por la revolución francesa. Su divulgación fue bien recibida, propagándose por toda Francia y posteriormente se propagó hasta tierras más lejanas.
De esta forma podemos notar que no fueron suficientes los métodos empleados para contener la propagación del pensamiento liberal y de la Ilustración, a pesar de la prohibición que de ella se hizo en Francia, Suecia, España, Portugal, Suiza, Holanda, Flandes, Hungría y Polonia, incluyendo las amenazas de excomunión realizadas por los Papas Clemente XII y Benedicto XIV, lo que originó un mayor interés del ser humano por conocer lo prohibido o vetado para ellos y el cuestionamiento de porque no deberían conocer los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad y por si fuera poco porque no disfrutarlos[7].
La ilustración al ser una corriente cuyo principio fundamental es el uso de la razón para interpretar la vida del hombre y cuanto lo rodea, fue una idea que al llegar a América acentuó en pensamiento y actitud de varios religiosos, que desde el siglo XVI venían realizando una defensa apasionada del indio como ser racional, individuo con capacidad intelectual y espiritual, entre esos clérigos se encuentran:
El obispo de Tlaxcala – Puebla Fray Julián Garcés.
El obispo – Jurista Vasco de Quiroga.
Fray Bartolomé de las Casas.
Fray Juan de Zumárraga.
Fray Pedro de Gante.
Todos escribieron profundos y valerosos alegatos en defensa del indígena, además de que hicieron realidad los principios de la ilustración, destacando que la mayoría de ellos atacaron la esclavitud, lo que se mantuvo frenado por una infinidad de actos de la corona por evitar su propagación en las colonias por medio de libros, periódicos y folletos, reprimiendo severamente a los promulgadores de estas ideas, sin embargo los pensamientos de Voltaire, Rousseau, Condillac, Diderot, Montesquieu y otros más llegaron a la Colonia por medio de la minoría ilustrada española y fueron recogidos por las mentes criollas novohispanas que resentían la diferencia en el manejo de la administración economía y política de la colonia, así como de los obstáculos para desarrollarse socialmente y poder obtener puestos públicos, militares y eclesiásticos solo permitidos a los peninsulares[8].
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La independencia de Estados Unidos de América.
Un hecho de notable trascendencia para los fundamentos ideológicos de la guerra de independencia fue la declaración hecha el 4 de julio de 1776 por el Congreso de Filadelfia, mediante la cual se proclamó que las 13 colonias inglesas serían libres del dominio de la Corona de Inglaterra y que adoptaban el nombre de Estados Unidos de América. Con este hecho se materializaron las teorías liberales en la Nueva España repercutiendo en los pensadores colonos que comenzaron a especular acerca de los beneficios de la independencia de la Nueva España. No obstante el arraigado dominio español, la actividad intelectual para la emancipación ya no podía ser detenida. Paradójicamente, es del propio trono español de donde asoman algunas de las primeras ideas de independencia.
El hecho de que Carlos III, el más ilustrado de los Borbones reconociera la independencia de las trece colonias de la Corona de Inglaterra, originó un momento clave para los factores ideológicos que promovieron la búsqueda de la independencia en la Nueva España, pues los mismos reyes reconocían el derecho de los pueblos[9].
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La Revolución Francesa.
A lo largo del siglo XVIII, los postulados de los filósofos franceses que criticaban el orden político impuesto mediante el derecho de la fuerza a los países europeos, significaron una profunda transformación del pensamiento a nivel internacional. Estas doctrinas encontraron en México partidarios, quienes vieron en estas ideas la inspiración para crear una ideología que más tarde se materializaría en la guerra de independencia.
Estos pensamientos se vieron reflejados en muchas de las teorías liberales que originaron la Revolución Francesa, y a pesar de las medidas desplegadas por el gobierno español para impedir la difusión de estos ideales, llegaron a tierras mexicanas las noticias de la caída de la monarquía francesa. Los pensadores mexicanos como Carlos de Sigüenza y Góngora, Felipe Díaz de Gamarra, el fraile Rafael Campoy, Agustín Castro, Ignacio Bartolache, José Antonio Álzate y otros eclesiásticos, se encargaron de informar a la población que la soberanía de un pueblo podía imponerse a la monarquía y se tomó en cuenta la posibilidad teórica del establecimiento de una república. El siglo XVIII concluía con la Revolución Francesa y la naciente era contemporánea trajo consigo nuevas formas de ver y entender al mundo.
Otras causas externas.
Se pueden considerar que los factores externos de importancia que repercutieron en todas las colonias españolas fueron:
Cambios socioeconómicos y políticos efectuados en el mundo occidental que modificaron las antiguas estructuras.
Rivalidades y luchas de las potencias europeas principalmente Francia, Inglaterra y España.
Deseo de expansión territorial inglés y francés a costa de los bastos imperios español y portugués.
Necesidad de los ingleses y españoles de apoderarse de los recursos y mercados españoles.
Surgimiento de tendencias nacionalistas en Europa y América.
Aparición de una burguesía con ideologías, intereses y un auge a nuevas normas políticas, económicas, sociales y culturales.
Surgimiento de agrupaciones políticas con recursos económicos[10].
Estos factores tuvieron un efecto contrario en España porque agravaron la situación política y económica existente contra la administración borbónica, ya que el amplio desarrollo demográfico de sus provincias le presentó problemas, con la aparición de grupos que deseaban el dominio económico y político de sus provincias; de estos grupos surgieron elites con una amplia cultura, conciencia de su destino y posibilidades, que originaron la amplitud y expansión de ideas nacionalistas.
A la modernidad que surgió en el mundo occidental se le denominó Ilustración, es decir fue el cambio de mentalidad que respondió a móviles culturales, religiosos, políticos, económicos, sociales y a diversas formas de expresión de la actividad humana. Esta corriente se entrelaza con el mercantilismo ya que involucra al Estado que es sujeto y objeto de la política económica encaminada a la transformación de la sociedad y su organización.
Causas internas.
Los cambios culturales, religiosos, políticos, económicos, sociales y que acarreo la ilustración en América involucró al Estado español que fue una autoridad sobre otras autoridades donde la vida económica aumenta en su benefició como sistema de poder, de tal manera que proyectó la creación de impuestos y creó una especie de receptáculos de recursos económicos para consolidar sus objetivos de carácter político y militar tales como:
La defensa de las colonias creando ejércitos, con todo el sistema administrativo de abastecimientos, compra y fabricación de armas, municiones y equipo de combate.
La defensa de costas y mares nacionales con la creación de una armada con el sistema administrativo de abastecimientos, compra y fabricación de navíos, armas, municiones y equipo de combate.
La política colonial se orientó en beneficio de los intereses del Estado, es decir, las colonias se convirtieron en complemento de la metrópoli que les otorgó una situación privilegiada solo a algunos de sus productos creándose así los monopolios del tabaco, azogue, papel, naipes, entre otros.
El mantenimiento de la población en el sentido de que se debería engrandecer al Estado más que al pueblo[11].
La ilustración no pudo ser frenada y llegó América y desde el siglo XVI, los medios empleados para difundir estos ideales fueron; libros, periódicos, libelos y folletos.
La nueva educación científica.
Durante el reinado de Carlos III, iniciado en 1759, durante el cual se efectuó una reactivación económica y se dio el avance hacia una estructura moderna, surgiendo en la Nueva España academias, entre las que se figuraban en la capital la Escuela de Minería, la escuela de Artes de San Carlos, el Colegio de San Ildefonso, en las capitales de las intendencias las academias existieron en los colegios que habían pertenecido a los jesuitas, en los cuales se impulsó la formación en ciencias naturales y exactas, filosofía moderna y bellas artes. El Colegio de San Francisco de Sales, de San Miguel el Grande, fue donde el Dr. Benito Díaz de Gamarra y Dávalos adoptó los modelos educativos más recientes de Europa y donde se impartió un curso completo de filosofía moderna que vendría a substituir el pensamiento aristotélico por el de René Descartes[12].
Las nuevas doctrinas filosóficas y los vehementes anhelos de libertad, fueron asimilados y difundidos por los jóvenes criollos que asistían a los establecimientos docentes del último tercio del siglo XVIII. Según Lucas Alamán aprovechaban mejor que los peninsulares:
“Entre los americanos había más y más profundos conocimientos [que entre los españoles], y esta superioridad era una de las causas, que como he dicho, les hacía ver con desprecio a los españoles”[13].
Cabe destacar el papel del Real y Pontificio Seminario de México, importante centro de ideas emancipadoras, donde el seminarista Juan José Pastor Morales fue uno de los fervientes devotos de las máximas de los enciclopedistas de aquel siglo[14].
De esta forma, a través de la nueva educación científica se transformó el modo en que las juventudes criollas entendían la sociedad y su problemática, difundiéndose el nuevo pensamiento que preparaba el campo para la independencia. Así, las corrientes ideológicas traídas de Europa fundamentaron en buena medida el deseo de emancipación criolla, ya que éste grupo se encontraba relegado en el aspecto político y social en relación con los españoles peninsulares.
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ANTECEDENTES RELIGIOSOS.
La fe católica como muchos otros aspectos de nuestra cultura nacional mexicana pasó por el proceso de imposición, apropiado y propio[15]; en el cual la cultura dominada poco a poco la adopto bajo características particulares. Así elementos que una vez nos fueron ajenos, ahora son fundamentales para identificarnos como mexicanos y además son el rostro con el que nos proyectamos como un país hermanado, ante el extranjero.
Conquista y religión.
Al tener España una larga historia católica, los españoles se consideraban defensores del catolicismo. Después del descubrimiento de un nuevo territorio, surgió el problema por la obtención de la supremacía sobre las nuevas tierras para obtener recursos económicos entre España y Portugal, de esta manera para evitar una confrontación entre ambos países, el Papa Alejandro VI delimitó las zonas de acción de cada país, mediante el “Tratado de Tordesillas[16]”, con la condición de que se evangelizara el nuevo territorio.
El Papa Alejandro IV, premió a España por los servicios prestados a la iglesia católica, otorgándole la concesión de los diezmos en todos los países descubiertos y por descubrir, por medio de la bula emitida en 1493.
En 1508 el papa Julio II, le concedió al rey Fernando “El Católico” el derecho exclusivo de patrocinio en América, el control real sobre la fundación y construcción de todas las iglesias, monasterios y hospitales (ejerciendo con ello control sobre las poblaciones) además de la designación y destitución de arzobispos, obispos etc., aunque la santa sede confirmaba al clérigo designado para ocupar un beneficio designado por el patronato y si se rechazaba por algún motivo la Corona podía presentar otro candidato quien sería la cabeza secular de la iglesia en América[17].
Por lo que la iglesia en América estuvo desde sus inicios subordinada a la autoridad de los monarcas españoles y se benefició del recaudo de recursos por medio de las misiones, repartición y aplicación de los diezmos y demás rentas impuestas, del mismo modo se encargó de la edificación de iglesias. Por otra parte, ninguna Bula Pontificia, cualquiera que fuese y la materia sobre la que versara, podía ser ejecutada sin que antes hubiese sido examinada en el Consejo de Indias y hubiese obtenido la sanción de la corte[18]. En los años sucesivos los reyes españoles le dieron continuidad a esta forma administrativa, confiriendo estabilidad religiosa al aceptar que la Corona fuera el centro de toda autoridad coactiva y de disciplina en la Nueva España.
Recién terminada la conquista armada, se inició la conquista espiritual en la Nueva España y Hernán Cortes le solicitó al Rey Carlos I de España y V de Alemania que para la evangelización se enviara a frailes y no a obispos prelados, ya que estos tenían la costumbre de disponer de los bienes de la iglesia para gastarlos en banalidades y dejar mayorazgos a sus hijos y parientes.
Lo que realmente se necesitaba eran sacerdotes de buena conducta que cristianizaran y ayudaran a mantener el dominio sobre los indígenas recientemente conquistados, por lo que se encomendó esta tarea a franciscanos, dominicos y agustinos quienes dieron ejemplo de pobreza y buenas costumbres a los indígenas.
En primer lugar arribaron a la Nueva España los franciscanos quienes fueron los fundadores de la iglesia en el nuevo territorio. Sucesivamente llegaron las demás órdenes religiosas; los Dominicos en 1528, los Agustinos en 1533, los Jesuitas en 1572, los Carmelitas 1585, los Mercedarios en 1594, los Hipolitos, Juaninos, Antoninos y Felipenses en 1657, los Betlemitas en 1674 y los Camilos en 1755.
De las órdenes mendigantes destacó la Compañía de Jesús que superaron a los franciscanos en la labor cultural y educativa, de esta Compañía destaca el misionero Eusebio Francisco Kino, quien fundo misiones en Sonora y Arizona, pero su mayor obra fue haber fundado Magdalena de Kino, en el norte del territorio sonorense, su labor inspiró a otros jesuitas para continuar las obras que fundaron en San Antonio de Béjar y la Bahía del Espíritu Santo, ambas en Texas, pero en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios por atentar contra las doctrinas de la Iglesia y del rey por lo que sus misiones pasaron a ser de los dominicos[19].
Junípero Serra, fundó en Alta California las misiones de San Diego de Alcalá, San Carlos Borromeo de Carmelo, San Gabriel Arcángel, San Luis Obispo de Tolosa, San Francisco de Asís y San Juan Capistrano, entre otras. El italiano Peri, recibió mandato de Pío VI para evangelizar las tierras de Chihuahua, donde fundó en 1798 la misión de San Luis Rey. La labor de evangelización y población no se detuvo hasta 1830, cuando el Virreinato no existía y ya habían logrado su independencia muchos de los países que lo integraban, sin embargo, debemos tomar en cuenta que la conquista espiritual se realizó con violencia, principalmente los primeros años de la Colonia, pues se llegó al grado de amarrar a los indígenas con sogas, se les golpeo y castigo según lo expresó Fray Francisco del Toral Obispo de Yucatán, pero existieron excepciones principalmente en los franciscanos para quienes la imposición religiosa no significó abusar de los indígenas,[20] estudiaron las poblaciones nativas, con ello conocieron su cultura, historia, costumbres, idiomas y dialectos con ello lograron obtener los elementos de juicio necesarios de la vida indígena, para poder diseñar métodos pedagógicos efectivos para hacer comprensible la naturaleza de las creencias católicas a los conceptos indígenas ejemplo de ello es la correlación existente entre los santos católicos y los del panteón indígena; sin embargo en “el afán de proteger al indio de diversos abusos, éste quedó en la escala social como un menor de edad.[21]
La zona norte del país fue la que más tardó en explorarse y donde encontró mayor resistencia el dominio español y la fe católica, por lo que incluso después del periodo colonial se le continuó considerando territorio “bárbaro” la evangelización estuvo a cargo de los jesuitas que también ejercieron el gobierno civil.
Respecto a las obras de los frailes Pedro de Gante, Vasco de Quiroga, Juan de Zumárraga, Bartolomé de las Casas y otros evangelizadores están impregnadas de un espíritu generoso y noble, que inspiró a los mejores misioneros del siglo XVI, evangelizando con respeto y educación a los nativos, su tarea tuvo complicaciones en la resistencia que tuvieron los indígenas de aceptar una nueva fe; persistieron en sus cultos, simulando aceptar la sustitución de sus dioses por los santos y sus templos prehispánicos por los nuevos templos cristianos erigidos sobre sus antiguos santuarios.
Mientras se llevaba a cabo en la Nueva España la empresa de conquista, en España se desarrollaban cuatro corrientes culturales que permeaban a la iglesia católica, El Renacimiento Italiano, el Humanismo Español, la contrarreforma y la acción política y espiritual de la Compañía de Jesús[22], estas corrientes tuvieron un gran impacto al orientar el afán misionero, mesiánico y un movimiento de reforma dentro de la iglesia, por lo que en el nuevo territorio y en los indios se vio la oportunidad de iniciar una nueva población de cristianos puros, alejados de los vicios que ya habían permeado a España y a toda Europa.
El impacto de la evangelización se vio reflejada en la transformación cultural y espiritual de niños y jóvenes de una generación después; a finales del siglo XVI esta gran labor de los misioneros se vio afectada, por la llegada al nuevo mundo de religiosos con costumbres relajadas y clérigos ávidos de riqueza y poder, ejemplo de ello es la carta enviada por el obispo fray Juan de Zumárraga al Rey Carlos V solicitándole que fueran bien examinados los clérigos en su bondad de vida y suficiencia de letras antes de ser enviados al nuevo territorio, debido a que muchos demostraban su interés de hacerse de riqueza y regresar a España. Sin embargo, también solicitó que los clérigos tuvieran el derecho de castigar a los indios que faltaran a sus deberes religiosos. [23]
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Estructura y poder de la iglesia.
La jerarquía eclesiástica de México fue la de iglesia romana, con muy pocas variaciones a las de España. “El territorio estaba dividido en ocho obispados: México, Puebla, Valladolid, Guadalajara, Durango, Oaxaca, Yucatán, Monterrey y Sonora”.[24]
El clero estaba dividido en regular y secular teniendo la siguiente estructura:
El clero secular estaba compuesto por clérigos y obispos; los clérigos estaban sujetos a la jurisdicción ordinaria de los obispos llevando a cabo las funciones del ministerio sacerdotal: confesar, predicar y oficiar misa; estaban divididos en capitulares o miembros de los cabildos, curas vicarios y clérigos particulares. Los obispos tenían facultad sobre sus diócesis, las funciones de lo espiritual eran desempeñadas por el Cabildo o Gobernador, influyendo en el cuidado en aspectos de la decencia, puntualidad eclesiástica, el correcto ejercicio de los sacramentos, la observancia de ritos y ceremonias y en todas aquellas materias civiles que las leyes les concedían, pero siguiendo la antigua constitución española, pocas veces ejercían por sí mismos las funciones judiciales siendo estas delegadas a sus provisores.
Las funciones de las diócesis consistían en las dispensas del matrimonio, los límites de la feligresía, la formación y administración de aranceles que se les denominó espirituales.
El clero regular lo constituían los frailes jerarquizados en provinciales, priores o guardianes y conventuales, sus funciones consistían en evangelizar a los indígenas infieles. El clero regular fue dueño de gran influencia y poder durante la colonia.
Para el castigo de delitos existían los tribunales del clero, conocidos como provisoratos, se constituyeron por un juez llamado Provisor, un fiscal que conocía las causas civiles y criminales de las personas de su fuero.
Otra institución de castigo fue el tribunal de la Santa Inquisición (tribunal político-religioso), que se estableció en 1551, representó la alianza entre el altar y el trono, con el fin de perseguir la herejía y mantener el orden religioso y social; por su papel tan estricto limitó el desarrollo de la ciencia y la filosofía. Durante el siglo XVII, sirvió más para expropiar los bienes del enjuiciado, que para mantener un orden espiritual, la mayoría de las veces bajo falsas acusaciones. De su jurisdicción quedaron excluidos los indios, aunque hay registros de varios juicios principalmente a curanderos y chamanes, siendo esta institución responsable de gran pérdida de templos, ídolos, códices y conocimiento médico de las culturas indígenas.
En 1555, por cédula del Rey de España, se ordenó que los descubridores, pobladores antiguos y sus descendientes enajenaran sus propiedades en favor de las iglesias y monasterios, no a otra persona, con pena de perderlos, a pesar de esta orden no se fue necesario ejercer mucha presión pues el fervor religioso predomino y los creyentes otorgaron donativos de tierras a las congregaciones eclesiásticas, pero la iglesia también obtuvo propiedades por participación en legajos y por garantías con calidad de hipotecas que respaldaban un préstamos; convirtiéndose en grandes propietarios de territorio[25].
El clero poco a poco generó mucha riqueza que tuvo su origen en el pago de diezmos, primicias, sacramentos, donaciones, legados y participación en herencias, interés sobre préstamos, peregrinaciones, donaciones para la construcción de iglesias y conventos. De acuerdo con el derecho canónico los bienes de la iglesia no podían venderse, y por ser bienes que no producían recursos económicos se les llamó bienes de manos muertas, sin embargo, los capitales de la iglesia se invirtieron principalmente en operaciones de crédito agrícola, otorgados a través de instituciones especiales llamadas Bienes de Obras Pías y Juzgados de Capellanías, cuyos fondos se obtenían de la imposición de capitales y de bienes para destinar sus productos a obras piadosas.
Gracias a la función crediticia que la iglesia adquirió, logró ligarse a los terratenientes laicos a quienes doblego en su mayoría por los préstamos que les otorgo.
A pesar del patrocinio de la iglesia con los créditos agrícolas que se aplicaron especialmente a terrenos ajenos a sus propiedades, el clero no invirtió en su propiedades territoriales y esto perjudicó gravemente a la agricultura, pues extensos territorios permanecieron estériles, fincas rústicas y urbanas sufrieron deterioro y ruina progresiva, este latifundismo eclesiástico dañó la industria y el comercio en las ciudades y poblaciones principales, siendo obstáculo para la libre circulación de personas y mercancías, afectó la economía ocupando gran cantidad de mano de obra, además se fomentó la mendicidad, debido a que la caridad consagrada se consideraba como virtud superior.
La riqueza y poder del clero y de sus instituciones originó conflictos que produjeron un estado de intranquilidad entre el clero y la población civil, viéndose envueltos en disturbios y motines. Además existieron roces entre el clero secular y regular, por el control de la jurisdicción de las mejores provincias y pueblos más productivos en diezmos y primicias de frutos agrícolas y ganados; los del clero regular aprovecharon la influencia sobre los indígenas cometiendo con frecuencia abusos y exigencias como el pago de los tributos y el trabajo gratuito en la edificación de iglesias y conventos; los regulares se negaron a acatar a los clérigos y obispos exigiendo limitar la autoridad de estos. Aunando a las diferencias; existían conflictos dentro del clero secular el cual estaba dividido en bajo y alto clero; debido a que el alto clero gozaba de canonjías y prebendas y los del bajo clero estaban confinados a parroquias y curatos pobres situados en lugares inhóspitos.[26] A finales del siglo XVIII estas inconformidades se acentuaron influyendo en el curso de la independencia cuando los obispos, prelados y el bajo clero se manifestaron en enemigos del clero humilde que participó activamente en la emancipación del régimen español.
Las Reformas Borbónicas.
En 1737 la iglesia había sido obligada a pagar impuestos en virtud de un acuerdo de la Corona española con el papa. Los borbones influidos por las doctrinas de la Ilustración y por la política realista del Despotismo Ilustrado, decidieron realizar la reforma del clero y de los bienes eclesiásticos a efecto de fortalecer la autoridad monárquica y obtener recursos para las funciones y gastos del estado español, el mayor representante de esta política fue Carlos III que asumió el trono en 1759 muy a pesar de la oposición de los jesuitas ante la inminente pérdida de sus riquezas, su influencia política y espiritual.
A mediados del siglo XVIII la Iglesia Católica se había constituido en la institución más poderosa de la Nueva España en cuanto a la acumulación de la riqueza material y de influencia política e ideológica. La orden más poderosa fue la de los jesuitas, tanto por la riqueza de sus misiones en Sinaloa, Sonora y California, como por ser la directora de la cultura colonial a través de numerosos seminarios y colegios destinados a la educación de criollos, además por donaciones de fieles opulentos. La Compañía de Jesús poseía a mediados de ese siglo 125 haciendas y ranchos en diferentes territorios donde se empleaba el trabajo de esclavos negros e indios[27].
En 1763, el Rey Carlos III de España prohibió que la iglesia siguiera adquiriendo bienes y reglamento a los jesuitas para que remitieran recursos a la corona y no al Vaticano, quienes no se sometieron a esta ley fueron expulsados, pues justificaban que el capital se invertía en escuelas, hospitales, orfanatos y asilos[28] e indirectamente también se afectó a estos, lo que provoco el rey (autoridad principal en materia religiosa) ordenara la expulsión de los jesuitas de España y de los dominios de América en 1767 confiscando sus ranchos y haciendas que recibieron el nombre de “temporales”; este poder del estado sobre la iglesia en la colonia se le nombró patronato Regio; los “temporales” se pusieron en venta en 1769.
Los jesuitas ejercieron una influencia sobre la aristocracia de su tiempo, sin dejar a un lado a las clases populares y supieron llevar a cabo las actividades misionales, con lo que despertaron el celo de las demás órdenes religiosas y un conflicto con los escritores enciclopedistas y promotores de las ideas luteranas; esto dejó ver la razón verdadera, por la cual se combatió a la orden de los jesuitas, por sus diferencias con las ideas modernas[29] y su expulsión produjo resultados inmediatos en el desamparo de las misiones en las Californias, también separó más las relaciones entre criollos y peninsulares que ocupaban los mejores puestos y salarios.
Las reformas continuaron en diversos campos de la iglesia. Carlos IV dictó leyes en 1795 para la intervención de jueces laicos en los tribunales religiosos con lo que pretendía sustraer de la autoridad eclesiástica a los frailes y clérigos delincuentes para ser castigados por la autoridad civil, desgraciadamente no se pudo llevar a efecto por las reclamaciones conservándose así el fuero personal del clero.
En 1804, Carlos IV ordenó la expedición de la real cédula de consolidación por la que se mandó a recoger los capitales de juzgados de capellanías y de obras pías para ser enviados a España a cambio la Corona se obligaba a reconocer los capitales y a pagar los créditos con hipoteca de las rentas reales.
Estas últimas leyes fueron motivo de protestas por parte de la Iglesia y de terratenientes porque fueron perjudiciales para todos los grandes propietarios que realizaban sus transacciones por créditos que generalmente no podían cubrir y recurrieron a los préstamos del capital eclesiástico.
La Virgen de Guadalupe.
Como se expresó anteriormente la conquista espiritual inició propiamente después del sometimiento militar en 1521, cuando las ordenes mendicantes iniciaron la evangelización sistemática, con el arribo de los franciscanos Juan de Ahora, Juan de Tecto y Pedro de Gante[30], seguidos por el grupo de “los doce” también franciscanos en 1524[31], y más tarde los dominicos en 1528 y agustinos en 1533[32].
La evangelización pretendía que los frailes doctrineros conocieran a fondo la idiosincrasia de los indios, sus lenguas, usos y costumbres, lo cual les permitió adoptar y crear nuevas estrategias de enseñanza y vigilancia de los nativos con el fin de suplantar e incluso adaptar sus antiguas creencias a la religión católica[33], debido a las similitudes de las religiones indígenas con la cristiana[34], lo que originó una simbiosis en la que paulatinamente los viejos santuarios y lugares sagrados indígenas comenzaron a albergar imágenes católicas, quedado atrás las destrucciones violentas de templos, ídolos y códices, ocasionando el fenómeno que en varias ocasiones se sustituyó una fe a otra de manera casi imperceptible para los indios. Esta amalgama sucedió en gran parte con el culto a los santos pero tuvo su conclusión en la devoción a la Virgen de Guadalupe[35].
En la sociedad novohispana, el guadalupanismo se convirtió en el vínculo que unió a los habitantes de Nueva España, este culto surgió durante las primeras décadas de la Colonia, formó parte de la conquista espiritual de los pueblos mesoamericanos, su santuario se ubicó en el cerro del Tepeyac, justo en el lugar donde indígenas originalmente rendían culto a la diosas Tonantzin o Coatlicue, el culto fue fomentado por Indígenas, mestizos y criollos y la convirtieron en una devoción de carácter nacional, según la leyenda la virgen eligió estas tierras y a sus habitantes para protegerlos, por eso sus apariciones en el cerro del Tepeyac, donde ordenó la construcción de su templo, a la virgen de Guadalupe se le imploró ante adversidades como epidemias y hambrunas y se convirtió en la patrona de la Nueva España, por eso es muy significativo que a los pocos días de iniciada la guerra de independencia, Miguel Hidalgo y Costilla tomara como estandarte una imagen de la virgen de Guadalupe, con esto el fervor patriótico que ella representaba vigorizó el sentimiento de mexicanidad e impulsó el espíritu independentista. Su relación con la procreación y la fertilidad permitió que dicho culto se mantuviera a pesar de las modificaciones que implicó la imposición de un sistema patriarcal en el viejo mundo, de manera que la devoción hacia la virgen María, en sus diversas variantes, fue una de las principales analogías entre el catolicismo y las creencias indígenas, donde las diosas madre representaban un elemento de cohesión y pertenencia.
En el siglo XVI, el cerro del Tepeyac ya era considerado un lugar sagrado, donde los indígenas rendían culto y realizaban sacrificios en honor a la diosa Tonantzin, “madre de los dioses” y durante el siglo XVIII en la Nueva España hubo un crecimiento económico y cultural, donde se dio paso a una autonomía que permitió a los pobladores generar una identidad, que aunque incipiente ya mostraba elementos de cohesión, como lo fue la Guadalupana, esto explica porque al ser descubierta la conspiración de Querétaro e iniciar el movimiento independentista en 1810, el cura Miguel Hidalgo tomó de la sacristía de Atotonilco una imagen de la Virgen de Guadalupe, que más tarde convertiría en el estandarte de su movimiento, este hecho dio solidez al culto convirtiéndolo en uno de los ejes del catolicismo mexicano y después en uno de los cimientos del nacionalismo.
El estudio del mito de la diosa madre en las diversas civilizaciones indígenas americanas o, al menos, el carácter de ambigüedad (masculino/femenino) en cuanto a la creación y el origen de las cosas, es totalmente diferente al de la civilización occidental, en la que la creación se presenta desde una óptica unidimensional, en este caso la diosa Coatlicue o Tonantzin[36] es relacionada con la virgen de Guadalupe al ser una de las tantas figuras de diosas madres vírgenes que hicieron posible la creación de las cosas y su figura era de utilidad en diversos campos tales como la lluvia, la tierra, incluyendo la guerra (es la madre de Huitzilopochtli, dios de la guerra), por ello se le consideró la madre de todos los dioses del panteón mexica. De ahí su importancia en diversos tópicos que oscilan desde la economía hasta la religiosidad o la creencia en los azares de la naturaleza, fue el vínculo directo entre lo natural y lo divino representado en los ritos y lo terrenal, asimismo entre lo físico, lo material y lo intangible como factor que hacía posible la interacción entre los propios sujetos. Esta diosa era una madre engendradora y protectora principalmente en lo que refiere a los temores religiosos y a lo desconocido.
Con respecto a la Virgen de Guadalupe, la leyenda dice que en diciembre de 1531 se le apareció cinco veces al indio Juan Diego y le pidió construir su templo precisamente en el mismo lugar donde lo tenía la diosa Coatlicue. No se podría asumir que la virgen desalojara a la diosa Coatlicue, sino que en realidad había ocurrido la metamorfosis de la Tonantzin, pero no todos estaban contentos con ese cambio, uno de ellos fue el arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga, ante quien Juan Diego llevó, según la leyenda, las rosas que envió la virgen de Guadalupe y vio la imagen estampada en la tilma que las contenía, Años después, en 1556, fray Francisco de Bustamante, decía que era un gran perjuicio de los naturales pensar que hace milagros la imagen que pintó el indio Marcos, se refería a la pintura elaborada por el artista Marcos Cipac de Aquino y que la leyenda considerara una obra divina.
Al Cerro del Tepeyac, acudían de lejanas tierras a rendirle homenaje a la diosa Coatlicue y a la llegada de los españoles el culto fue desaparecido debido al proceso de evangelización, en el cerro se construyó un santuario a San Miguel Arcángel.
Al aparecerse la virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac, hay quienes opinan que eligió el mismo sitio que la diosa Tonantzin para que erigieran en él su santuario, con el fin de hacerle entender a los mexicanos que Dios no estaba a disgusto con sus antiguos dioses, pero que había llegado el momento de encontrar una nueva forma de venerarlo y la Virgen de Guadalupe les presentaba éste nuevo Dios.
De esta manera la Virgen de Guadalupe vino a resolver el caos del universo mexica pues los hombres ya no tenían que sacrificar personas y ofrecer sus corazones sino llevar su corazón al templo que ella pedía. Es por eso que la virgen tiene las manos en forma de templo a la altura del corazón, ella había “restablecido” el orden del Universo, pues en su misma imagen aparece el Sol y la Luna.
Recordemos que dentro del mito se le llama a la madre de Jesús, María de Nazaret, con el nombre de Guadalupe, porque ella se autonombró Tlecuauhtlacopeu - "Águila de fuego de donde nace la luz"- , cuando acudió a sanar al tío de Juan Diego, Juan Bernardino quien había sido herido por una flecha, El anciano dio testimonio de lo que escuchó decir a la Virgen y del milagro que realizo al curarle su herida y darle la vida y que además le habló en náhuatl, esto lo dijo ante varios que escucharon el relato del tío de Juan Diego.
Las similitudes entre la Virgen de Guadalupe y la diosa Coatlicue es que ambas son madres se encuentran embarazadas, en espera de dar a luz al hijo de Dios o al elegido. La virgen de Guadalupe fue embarazada por obra del Espíritu Santo y la diosa Coatlicue por que al estar orando en el templo del Sol, recibió del cielo una corona de plumas de colibrí, la cual puso sobre su seno e inmediatamente quedó encinta, en ninguna de las dos existió contacto carnal con hombre alguno.
Otros símbolos que influyeron fuertemente en la aceptación de la virgen de Guadalupe fueron:
La estatura de la Virgen es de 143 centímetros y representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años.
Se apareció entre la bruma de niebla o nubes, lo que atrajo a la memoria india la idea de Mixtitlan Ayauhtitlan: "Entre nubes y entre nieblas", es decir un Adviento, de una "llegada de Dios".
Su rostro es moreno (como los indígenas), ovalado y en actitud de profunda de oración, con un semblante dulce, fresco y amable que refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza, que inspira, paz, confianza y fe.
Sus manos están juntas en señal del recogimiento, en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda es morena y más llena, lo que podría simbolizar la unión de dos razas distintas.
Lleva el cabello suelto, lo que entre los mexicas fue señal de mujer glorificada con hijo en el vientre, pero estaba peinada con raya en medio lo que significaba que era virgen. Una Virgen embarazada.
Su gravidez se constata por la forma aumentada del abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que trasversal, corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin, símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo.
En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesús en su vientre.
El Cinto marca el embarazo de la Virgen, se localiza arriba del vientre y cae en dos extremos trapezoidales, que en el mundo náhuatl representaban el fin de un ciclo y el nacimiento de una nueva era, en la imagen simboliza que con Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo mundo.
La Virgen está rodeada de rayos dorados que le forman un halo luminoso o aura. El mensaje trasmitido es que ella es la Madre de la Luz, del Sol, del Niño Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna” para que allí nazca, alumbre y de vida.
La Virgen de Guadalupe está de pie en medio de la luna, símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad femenina y terrestre.
Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar, las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego oyó cantar anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe.
Las manos de Juan Diego (o del Ángel) sostienen el extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.
Juan Diego representa a un mensajero, orgulloso de llevar y mostrar a la Señora y viste el mismo color de la túnica de la virgen, así como el broche que la pliega bajo la barbilla: hijo de la señora del broche, en lectura indígena. Con una mano el mensajero junta la cola del manto azuloso y con la otra, el pliegue del vestido rosado: Juan Diego juntó al cielo con la tierra al llevar el mensaje de Guadalupe.
El nombre náhuatl de Juan Diego, Cuauhtlatoatzin, significa " El águila que habla".
La simbología guadalupana, de esta manera influyó en el sentir y pensar de los indígenas que aceptaron la metamorfosis de la diosa Coatlicue Tonantzin a la Virgen de Guadalupe Tonantzin, Tlecuauhtlacopeu. Se vivían apenas diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando el dolor afloraba todavía y los naturales no comprendían del todo lo que habían pasado; la presencia y las palabras de la virgen de Guadalupe dichas a Juan Diego fueron los lazos que unieron el pasado indígena con la luz esperanzadora de nuevas formas de vida. En la cultura indígena las diosas madres eran importantísimas; María de Guadalupe escogió ese lugar donde había sido venerada la diosa madre de Huitzilopochtli, el Tepeyac. Al escogerlo ella para pedir que se edificara allí su casa, daba a los naturales la certeza amorosa de que sus costumbres antiguas habían agradado al Dios del Cielo, pero que había nuevas formas de entender la relación, no imponiéndoles sacrificios humanos.
Rey Carlos III, Imagen digital, tomada de:
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ANTECEDENTES MILITARES.
Esquema militar Español.
En el siglo XVIII existió una estrecha relación entre monarquía y ejército y debido a la implementación de las Reformas Borbónicas[37], en este sentido tenemos que antes de las reformas la Corona española dependió de ejércitos feudales, lo cual afectó la capacidad de la monarquía para actuar con independencia, debido a que los altos cargos militares estaban en venta y el Rey no era libre para nombrar a sus mejores hombres como oficiales y generales, se veía obligado a emplear a los que tenían más dinero o poseían más galeras, esto resulto grave por el daño que sufrido la cadena de mando por la aceptación de oficiales que no tenían obligaciones con los generales y además esto impedía el ascenso de otros que tenían una trayectoria militar y merecían el ascenso ya sea por recompensa o méritos al servicio[38], este esquema militar impero en España hasta la sustitución de la dinastía de los Austrias por la de los borbones, esta nueva administración reforzó, amplió y controló directamente el aparato militar al servicio de la corona, lo que se tradujo en cambios sustanciales en la estructura del ejército y la armada, que dio como resultado la configuración y estructuración del ejército y armada borbónica[39].
La primera organización del nuevo ejército tiene como fundamento la Ordenanza de Flandes de 1701 (modificada en diversas ocasiones), que rigió la vida de la milicia hasta la emisión de las Ordenanzas del reinado de Carlos III[40], en el proceso de centralización de la estructura militar de la administración borbónica se destaca la creación de tres instituciones:
La Secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra (1755), encargada de la ejecución de la voluntad real y en ella se concentraron las facultades militares, políticas y administrativas.
El establecimiento del sistema de reclutamiento obligatorio para el ejército a través de sorteo (quintas) de 1767.
Las Ordenanzas para los regímenes de: disciplina, subordinación y servicios de sus ejércitos (1768).
Estas disposiciones marcaron cambios en la estructura y funcionalidad del ejército, y lo vincularon de manera estricta y estrecha al monarca, de tal forma que el ejército fue un instrumento al servicio de los intereses de la monarquía.
Las responsabilidades de la Secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra, fueron:
El mantenimiento y gobierno de los ejércitos, control de las actividades de los Estados Mayores de las diferentes plazas.
El reclutamiento de soldados mediante los mecanismos de: levas, sorteos o quintas, recolección de vagamundos.
Administración de vestuario, hospitales, víveres y utensilios, cuarteles, forraje, alojamientos, itinerarios y demás partes correspondientes a la fuerza, armamento, entretenimiento y buena asistencia del ejército.
Control y correspondencia con los Capitanes General del Ejército, Provincias y Directores Generales e Inspectores de los Cuerpos de Infantería, Caballería y Dragones del ejército.
Todo lo relacionado a la conservación de aumento o disminución de tropas de la Real Casa y del Ejército, subsistencia en guarnición, cuarteles y campañas.
Elección de Intendentes para ejército en campaña, que por existencia de una guerra se deberían proponer.
Proponer Intendentes para el ejército, provincias y corregidores de las capitales de ella de las provincias.
A pesar de la existencia de esta Secretaria y de sus funciones, el monarca podía nombrar, a su libre arbitrio, a los jefes y oficiales del ejército; posteriormente bajo el reinado de Carlos III se asienta en las Ordenanzas Militares de 1768 que no se podía dar posesión del empleo a ningún oficial sino presentaba el despacho respectivo firmado por el propio monarca y por el Secretario del Despacho de la Guerra.
El Supremo Consejo de Guerra, en coordinación con la Secretaría de Estado conformaron el Consejo de Estado; que era presidido por el rey y los consejeros del mismo eran los militares de más alto rango. Dicho Consejo se dividía en dos salas: una de gobierno, cuyos integrantes fueron los encargados de tratar todos los asuntos relacionados con las causas civiles y criminales; la otra fue la de justicia, responsable de conocer y determinar igualmente causas civiles y criminales que invadieran el ámbito del fuero militar.
El ejército de los Borbones tuvo un carácter estamental, donde los militares gozaron de privilegios y contaron con un aparato de jurisdicción independiente en el que la estructura de cada grupo social venía determinada por su actividad social concreta. Las consecuencias de este carácter estamental no se redujeron a la existencia del fuero, debido a que la nobleza podía gozar de una posición predominante en la jerarquía militar que le permitía ocupar los mandos de las fuerzas armadas[41].
La integración de las fuerzas armadas, fue con tropas de la Casa Real y de las armas de Infantería, Caballería, Artillería y del Cuerpo de Ingenieros en éstos una parte de sus integrantes provenían de la nobleza, de estas tropas son de las que se enviaron a las colonias como parte del ejército permanente, pero también incluyo tropas seleccionadas por el reclutamiento, que lo realizo mediante tres sistemas:
Voluntario.
Sistema de quintas.
Por levas, éste fue el más socorrido por la monarquía, ya que tenía un carácter judicial como castigo.
Con estos métodos ingresaron a las fuerzas armadas personas de los sectores marginales de la sociedad: delincuentes, prófugos, vagabundos, de esto podemos constatar con las distintas disposiciones de la monarquía tendientes a apartar de la sociedad a toda clase de individuos que eran considerados conflictivos, o potencialmente peligrosos. La corona considero que al introducirlos a las fuerzas armadas, era una práctica más sencilla, una solución económica para no mantenerlos improductivos en las cárceles y más segura que dejarlos en libertad[42].
El sistema de leva.
Las formas existentes de reclutamiento fueron como se explica:
Voluntaria, que se puede subdividir en dos modalidades: el sistema de comisión o sistema administrativo [43] y el sistema de asiento[44].
Levas de forzados.
Repartimientos generales obligatorios[45].
Servicio de la nobleza[46].
Servicio de milicias. [47]
Para el objetivo de la presente investigación sólo se analiza el sistema de levas forzadas. Ya que este fue preferido ante la poca efectividad que ofrecían los sistemas de reclutamiento voluntario o de asiento y dio como consecuencia que las filas del ejército y armada en su mayoría fueron ocupadas por vagabundos y presos, de esta manera las cárceles fueron frecuentemente visitadas para reclutar a quienes ahí se encontraban. Ejemplos de ellos son la orden que señala lo siguiente:
“si en las cárceles del Reino hubiere presos, hombres de buena edad para servir, como no estén por delitos atroces, se les entreguen, conmutándoles la pena a que sirvan en las dichas compañías en un tiempo limitado[48]”.
O bien las disposiciones para reforzar la leva de 1646, emitidas por Felipe IV cuyo objetivo fue limpiar los burdeles, tabernas y otros refugios[49], la intención fue la de evitar vagabundos a quienes generalmente se les azotaba o eran enviados a prisión, a las galeras, al destierro o a otros lugares, con esta actividad se puede asegurar que la leva forzada sirvió para despresurizar las ciudades y prevenir posibles conflictos sociales. Las consecuencias de este sistema fueron que los soldados forzados generalmente buscaban como evitar la instrucción militar o desertar del servicio.
La aplicación de las reformas borbónicas en materia militar en la Nueva España se vieron afectadas por la lejanía, entre los novohispanos y el rey, lo que ocasionó, que el entusiasmo por poner en práctica las nuevas disposiciones no fueron aplicadas con la precisión requerida, lo que facilitó acomodos y adaptaciones, esto fue uno de los motivos para que la estructura administrativa y militar del virreinato fue prácticamente la misma que fue implantada en el siglo XVI. La política de conservación del poder imperial borbónico, desde el punto de vista militar, se encamino a la remodelación de los principales fortificaciones en el océano Atlántico, es decir, la frontera marítima y a la defensa de las fronteras territoriales, por medio de los presidios.
Esquema militar de la Nueva España.
Los factores que principalmente provocaron que España tomara medidas para proteger sus intereses y ordenara la creación de fuerzas armadas en América, fue el predominio naval de la Gran Bretaña en el siglo XVIII y la “Guerra de los siete años”, esto obligo a cambiar su estrategia militar en defensa de sus posesiones hispanoamericanas, pues hasta 1762 la fortificación de los principales puertos se consideró suficiente para proteger sus intereses. Otro factor determinante fue cuando los ingleses invadieron la Habana, con esto se consideró que podían invadir y conquistar las demás colonias españolas continentales.
Las guerras sostenidas por España durante el siglo XVI y XVII repercutieron en la Nueva España por el aumento de las contribuciones para apoyar su esfuerzo de guerra y repeler la intercepción por parte de piratas y corsarios de sus naves que trasladaban las riquezas americanas, por estas razones Carlos III ordeno organizar fuerzas armadas en América (para la Nueva España) y encargo a Francisco de Villalba y Angulo formar una fuerza militar capaz de rechazar cualquier agresión inglesa.
Cuando llegó Villalba a Veracruz ya existían dos fuerzas armadas irregulares en la Nueva España: las milicias provinciales y las milicias urbanas este último cuerpo fue dirigido y pagado por los ayuntamientos y algunas corporaciones civiles, su objetivo fue preservar la paz de las ciudades[50].
La defensa de la Nueva España, origino la creación de un ejército en 1762, pero su organización y administración, presento una serie de problemas de diversas índoles:
La burocracia.
Marcada estratificación social.
Poca o ninguna inclinación de los novohispanos por la carrera de las armas.
Desconfianza hacia los novohispanos.
La oposición de los oficiales provinciales a pasar a los cuerpos permanentes.
Las barreras geográficas.
El enfrentamiento entre ayuntamientos, mineros, autoridades eclesiásticas y hacendados contra las autoridades militares.
El miedo del gobierno peninsular a armar a los indígenas.
Negación de los Cabildos Municipales para organizar sorteos y levas[51].
La Real Ordenanza de Milicias de 1767, se aplicó en la Nueva España, con el fin de que el ejército obtuviera remplazos a través de banderas de reclutas, levas y sorteos y dio la misión a las milicias de custodiar los caminos, proteger la salida de los caudales por los puertos, sofocar las rebeliones campesinas y apoyar los cambios introducidos por las reformas borbónicas, esta disposición permitió que los criollos y mestizos ingresaran al Ejercito Virreinal incluyendo en la clase de cadetes.
Felipe V admitió esta forma de reclutamiento y la instituyo formalmente en la Cedula Real del año 1776, siendo virrey de la Nueva España José Miguel de Azanza, en base a esta cedula se permitió a los criollos y mestizos, iniciarse en la carrera de las armas, inclusive ingresaron criollos como cadetes a los cuerpos de tropa que formaban el Ejército Colonial, así fue como iniciaron su carrera militar Ignacio Allende, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Anastasio Bustamante, Agustín de Iturbide, Antonio López de Santa Anna y otros más.
Indudablemente la invasión francesa a España[52], repercutió fuertemente en la Nueva España, porque no solo se suspendió él envió de jefes y oficiales para nutrir a los cuerpos comisionados en la colonia, por el contrario, los existentes fueron concentrados a España, quedando los cuadros de jefes y oficiales incompletos, esto provocó que ingresaran al ejército más criollos inclusive llegaron a ostentar grados de oficiales aunque carecían de la capacidad para dirigir a la tropa, esto origino que muchos pensaran en la creación de academias militares, donde se difundieran los conocimientos indispensables en el arte de la guerra.
El Ejército de la Nueva España de finales del siglo XVIII y principios del XIX tuvo la compleja misión de defender el territorio novohispano contra las posibles invasiones de potencias europeas que merodeaban los mares y litorales de la Nueva España, principalmente en las costas del Golfo de México los puertos de Veracruz y Tampico, este ejército es el que enfrentó la revolución armada de independencia[53].
La entrada y salida de mercancías por el puerto de Veracruz fue un factor muy importante para desarrollar fuerzas armadas que protegieran el comercio en su camino hacia el centro de la Nueva España, difícil y peligroso de por sí, esto fue independiente del peligro que corrían las embarcaciones en sus travesía de ida y vuelta de Europa a América por los ataques de los corsarios, que no se limitaron atacar en altamar, llegaron a realizar incursiones en los puertos donde además de la rapiña, destruían e incendiaban los caseríos de los habitantes, una medida poco eficiente para combatir este mal fue el de construir fortificaciones en las costas, ejemplo de ello fueron las fortificaciones de Veracruz, Campeche y Yucatán[54].
Es importante mencionar que el ejército novohispano tiene su antecedente directo en la expedición armada de Hernán Cortés, estas tropas conquistadoras fueron desapareciendo tras la consolidación de los objetivos personales de sus integrantes y por el envío de tropas de España a la Nueva España, las que se encargaron de organizar la defensa y protección de los bienes del rey.
Fueron cuatro las instituciones que en la Indias (Nueva España), sin incluir a la armada que conformaron el aparato defensivo, estas son:
La hueste.
La encomienda.
Las milicias.
Ejército permanente.
La Hueste.
Durante la etapa inicial de la conquista, la hueste jugó un papel fundamental, en la conquista se realizó mediante capitulaciones con particulares, en donde el Capitán de la expedición reclutaba soldados a cambio de una parte del botín, oficios, tierras y repartimientos de indios. El soldado por su parte se comprometía con su vida y su servicio militar para el buen fin de la empresa y si ésta fracasaba no tenía derecho alguno. La denominada «hueste indiana », es la raíz de la posterior institución militar en Indias (colonias de América), uno de los pilares básicos del Estado Moderno.
La hueste es el resultado de una situación socioeconómica, legal e institucional, propia de la España del siglo XV y la importancia que ésta va a tener sobre la América del siglo XVI, es que tiene su origen en la mesnada castellana, con sus características del medievo, porque las colonias fueron de escaso interés por no prometer un futuro con ganancias, por esto es que preferían ingresar al ejército que fue empleado en Europa y no en América.
La hueste indiana no tuvo relaciones de compañeros o de jefe-subordinado. Los miembros de la hueste se enrolaban libremente y antes de hacerlo podía examinar los ofrecimientos del capitán y considerar la posible parte del botín que le pudiera corresponder, tras evaluar los riesgos y beneficios se decidía si se enrolaban o no.
La hueste se regía según unas capitulaciones, en las que se establecía entre otras cosas, la región en la que habían de actuar, el enrolamiento de los miembros de la hueste indiana establecido en su contrato, era indefinido hasta que se acabara la empresa. Para romper el contrato hacía falta el permiso del capitán, aunque en América el aislamiento geográfico los contenía más que en la península, evitando la cancelación de contratos o deserciones.
Las Encomienda.
La Encomienda hispanoamericana fue creada por edicto de la Reina Isabel en el año de 1503, en ella se determina que los caciques debían proporcionar un número de indígenas para el servicio de los españoles, lo que provocó la muerte masiva de los aborígenes, ya que fueron explotados más allá de sus fuerzas físicas. Los encomenderos fueron destacados conquistadores los cuales asumían la responsabilidad y obligación de defender a la Nueva España de ataques externos e internos (piratas, apaches, insurrecciones, etc.) del reino colonial español en el siglo XVI que da testimonio del servicio militar moralmente obligatorio ya que la Corona al dotar al encomendero de tierras y mano de obra lo obligaba a defender su posición, precisamente en esa época las mayorías de las contiendas coloniales se dirimieron con la participación activa de los encomenderos.[55]
Conforme se fueron consolidando los sistemas de gobierno en el virreinato, las frecuentes escaramuzas con indígenas no sometidos y la creciente amenaza contra los corsarios se incrementaron por lo que fue necesario incluir en la organización de la defensa a grupos de la población no puramente blanca. Por lo anterior se reclutaron no solo mestizos, si no que se abarco a todas las castas incluyendo a los negros como soldados en las unidades militares. En el siglo XVIII se intentó también establecer compañías organizadas con personal netamente indígena, con la misión de defender y rechazar los ataques de las tribus indígenas no sometidas. Con la abolición de la encomienda en 1720 se dio pie a una nueva organización militar también puramente defensiva.[56]
Las Milicias.
Por lo que se refiere a las milicias, en ellas se involucraba a todos los vecinos que estaban obligados a tener armas y acudir a los alardes[57], así como de estar dispuestos a empuñarlas en situaciones de peligro para la ciudad.
El 7 de octubre de 1540, el emperador Carlos V ordenó a los virreyes, presidentes y gobernadores en Indias que proveyeran lo necesario para que los vecinos de los puertos tuvieran en sus casas armas para utilizarlas en caso de que llegasen a sufrir ataques de los corsarios y que los dueños de caballos, los tuvieran prevenidos para lo que se ofreciere. Para ello debían hacer alarde en cada puerto tres veces al año, con el fin de conocer el número de personas y caballos disponibles, así como las armas con que contaban. Esta disposición fue confirmada por Felipe II en 1570 y el Rey Felipe III en 1599 cuando expidió una Cédula Real en la que ordenó que nadie pudiera eximirse de participar en los alardes, salvo que estuviera exento por ley o por privilegio del rey.[58]
Por otro lado, las milicias de las ciudades importantes, recibían instrucción de oficiales del ejército regular español, como fue el caso de la milicia de la ciudad de Campeche o de la ciudad de Veracruz, tras las incursiones de corsarios y piratas un ejemplo fue la defensa contra el pirata “Lorencillo” en Veracruz en 1646)[59]. En el siglo XVIII se reformaron las milicias con el objetivo de aumentar su eficacia. El punto de partida de la reorganización del sistema defensivo americano fue la pérdida de La Habana y Manila en manos de fuerzas inglesas en 1762. España e Inglaterra se vieron involucradas en seis contiendas entre 1702 y 1790, en la quinta los ingleses se apoderaron de La Habana permaneciendo en ella cerca de un año.[60]
Firmada la paz, España e Inglaterra enviaron dos misiones a las Indias: una a Cuba y la otra a la Nueva España para establecer una nueva estructura militar, en ello involucraron a los nativos que se encontraran aptos para el servicio de las armas, se escogían por medio de sorteos el número necesario para las milicias, que habrían de ser entrenadas, armadas, uniformadas y pagadas.[61]
Para la Nueva España se designó a Juan de Villalba y Angulo, quien desembarcó el primero de noviembre de 1764 en Veracruz, acompañado del Regimiento de Infantería de América y un regimiento de dragones de distintos cuerpos. Esas unidades fueron base del ejército novohispano: unidades veteranas peninsulares, unidades veteranas fijas y milicias con un cuadro de instructores europeos.
Cuerpos armados regulares.
Durante la colonia el gobierno virreinal tuvo a su disposición cuatro cuerpos armados regulares que vigilaban puntos clave del virreinato, el más conocido fue el de “Guardias Alabarderos del Rey’’, encargados de darle protección personal. A este se le agregaron dos regimientos dedicados a la protección del Palacio Virreinal. Luego estaban los cuerpos que resguardaban los importantes puertos de Veracruz y Acapulco, asignados a los fuertes de San Juan de Ulúa y al de San Diego, respectivamente; en este último se concentraba en proteger el comercio con Europa y con Asia. Además estaba el puerto de Campeche.
Por otra parte, al Consulado de Comercio de México se le permitió tener un regimiento llamado “Regimiento del Comercio de México”, sus mandos fueron los propios miembros del Consulado, aunque en la práctica fue común el uso de terceros para cubrir los servicios a cambio de un salario. Este regimiento tuvo como misión principal escoltar los cargamentos que transitaban por las rutas de Acapulco-México-Veracruz, y la tropa fue reclutada en la misma población.
Se intentó que estos cuerpos estuvieran constituidos solo por españoles pero su bajo número y en muchas ocasiones la falta de disponibilidad, obligó a las autoridades a conformarla por cualquier tipo de personas. Pasaron a llamarse “Milicias Integradas”, por ser un grupo multirracial, donde incluso los puestos de mando eran para indígenas, mestizos o negros.[62]
Cuerpo Provincial de Caballería de Lanceros de Veracruz.
El “Cuerpo Provincial de Caballería de Lanceros de Veracruz” era una milicia integrada en mayoría de pardos, ya que, acostumbrados al clima y enfermedades de la costa, podían trabajar en una zona que resultaba difícil y hasta mortal para las personas provenientes de otras zonas del virreinato. Este cuerpo estaba integrado por casi mil efectivos en siete escuadras de 150 hombres en promedio.[63]
Privilegios de las milicias.
El pertenecer a una milicia daba dos privilegios básicamente: el fuero militar y la excepción de impuestos y alcabalas. El fuero militar se caracterizaba por hacer que los miembros del cuerpo armado quedara sustraídos del derecho civil para ciertas cosas que le son naturales como, por ejemplo, matar a otra persona, apropiarse de bienes, restringir la circulación y poseer armas. Sus acciones solo podían ser enjuiciadas bajo el derecho militar y bajo las leyes que lo regulan. Este privilegio era dado a los integrantes de la milicia pero solo durante su servicio; sin embargo, muchos lo tomaban como un derecho permanente, lo que en varias ocasiones creó problemas entre las autoridades civiles y militares, ya que los milicianos amparaban acciones criminales con el fuero de guerra.[64]
El participar en la milicia obligaba a los milicianos a distraerse de sus ocupaciones económicas habituales, por lo que era muy utilizado como excusa para no cumplir con el servicio, ya que al no trabajar y no recibir un salario por su servicio, no podían pagar los impuestos que debían cubrir ni en muchos casos alimentar a sus familias. Esto obligó al gobierno a emitir reglas para exceptuar del pago de impuestos y alcabalas a los integrantes de las milicias durante el tiempo de su servicio. Pero como solo producían cuando estaban fuera de él, el gobierno virreinal debió exceptuarlos todo el tiempo que pertenecieran a la milicia, estuvieran o no de servicio, e incluso como recompensa luego de dejar el servicio, lo que origino que pueblos enteros que estaban enrolados en la milicia dejaran de pagar los impuestos necesarios para el gobierno, por lo que se organizó a varios pueblos como milicias dejando a otras unidades fuera del servicio, sobre todo en la zona costera donde las milicias de soldados pardos podían dar un mejor servicio al rey que los cuerpos regulares.[65]
Además, en tiempos de guerra, los gastos generales del cuerpo eran a costas del erario público, por lo que pueblos, ranchos y haciendas debían proporcionarles medios para sus funciones, tales como forrajes, alimentos, caballos, soldados, etc.
Obligaciones de la milicia.
En forma general las milicias deberían realizar patrullamientos y observar las actividades de los vecinos para preservar el orden de su región, cuando descubrían un peligro común, daban la alarma y se reunían en un lugar predestinado y formaban el cuerpo, En otros casos, bajo la solicitud del alcalde o cacique, se formaban y marchaban a poner el orden.
Otra obligación era la escolta de prisioneros, bienes del gobierno, el correo y funcionarios del gobierno, además estaban obligados a una asamblea por lo menos una vez al año, donde tomaban lecciones para conocer los rudimentos de la disciplina militar, además de pasar revista a las armas y enseres necesarios. En algunas ocasiones estas asambleas eran supervisadas por personal militar veterano, quien instruía la oficialidad y a la tropa.
Milicias exteriores.
Externamente la Nueva España se sustentaba con un pago anual llamado “situado” y con efectivos a varias fortalezas ubicadas en capitanías externas al virreinato, que en su momento eran parte del Virreinato. Entre estas tenemos a Manila en las Filipinas, San Juan en Puerto Rico, La Habana en Cuba, Cartagena de Indias en Colombia, San Marcos de Apalache y San Agustín en los Estados Unidos. Estas últimas servían para vigilar la ruta de la Flota de Barlovento de América a Europa.[66]
Además sustentaba otros puntos de menor importancia militar como los presidios, así llamados por ser utilizados como un sustituto de la pena de cárcel, donde se encuadraban a la fuerza a convictos y prisioneros por deudas. Estos presidios situados en los límites del reino eran una fórmula práctica, ya que, servían como una defensa y con las misiones para expandir el cristianismo entre los pueblos indígenas próximos a ellos. De estos presidios tenemos a San Francisco, Monterrey, Santa Barbará, Los Ángeles y San Diego; Santa Fe, San Antonio, Santa Cruz, Alburquerque, Pensacola y Nueva Orleáns. [67]
Otras fuerzas externas eran la Flota de Barlovento[68] y la Nao de la China, que estaban como un beneficio personal del rey, por lo tanto, estaban fuera de la jurisdicción virreinal. Su marinería e infantería debía pasar largo tiempo en los puertos novohispanos a la espera de mejores vientos. De estos, por su tamaño de casi 1000 efectivos, el Batallón de la Armada de Barlovento en Veracruz era el más importante y el cual, como auxiliar, se destinó a la protección de la costa, cuando los corsarios y piratas de origen inglés, holandés y francés, aterrorizaban y masacraban poblaciones costeras, las cuales muchas veces no estaban preparadas para resistir.[69]
El Caribe se convirtió en un área de disputa, las potencias querían hacerse por lo menos de una isla para tener presencia. De esta manera Inglaterra, Francia, Holanda, Dinamarca y Suecia se beneficiaron de la piratería y del contrabando del comercio.[70]
La defensa española no fue efectiva, las milicias que salvaguardaban las costas sólo podían brindar protección en los puertos. Una vez que las embarcaciones dejaban tierra estaban expuestas a recibir un ataque de corsarios o de piratas, por lo que era necesaria la creación de una armada americana que nunca se realizó.
Reformas Borbónicas.
En 1763 el Rey Carlos III ordenó crear un ejército permanente en la Nueva España y nombró como “Comandante General de las Armas e Inspector General de todas las Tropas de Nueva España” a Juan de Villalba, quien arribó a Veracruz a finales de 1764. A la par llegó el “Regimiento de Infantería de América”, originario de Alicante. Villalba, desde un principio, tuvo una relación tirante con el virrey, teniendo desacuerdos en la organización y formación de la tropa, así como por los montos para hacer efectiva a la milicia. Además, Villalba se tomaba atribuciones que eran exclusivas del Virrey, lo que le atrajo problemas y revueltas de la población. Por esto y otras situaciones, fue enviado en 1765 el visitador José de Gálvez, el cual hace un recorrido extenso a la Nueva España y en el norte organizó a las tropas para combatir las incursiones de apaches. Además formó cuerpos milicianos permanentes “fijos” como les llamaban, bajo una serie de nuevas reglas para el reclutamiento. Consistían en que, para evitar el indiscriminado enrolamiento de personas, así como la leva y los quintos (proporcionar una quinta parte de la población o familiares masculinos por familia para el servicio) en épocas de crisis, se obligaba a toda la población independientemente de su calidad de español, casta o indígena que fuera apta para el servicio militar, a inscribirse a una de las siete “clases” que abarcaban a todos los varones entre 16 y 40 años que, dependiendo de su condición y edad, debían de servir en alguna de ellas.
En la primera clase estaban los individuos jóvenes y solteros, que no tenían un compromiso que los obligase a permanecer en su tierra, en la segunda los jóvenes casados, y así hasta la séptima donde servían los viejos y con alguna discapacidad, de cada clase se hacía un sorteo en cada población para elegir a los que tuvieran que servir al Rey.[71]
Los milicianos seleccionados y en activo estaban en lo criminal amparados por el fuero de guerra y exentos de impuestos y contribuciones. Además, luego de cinco años y buena conducta, podían tomar plaza de soldados de fijo en los cuerpos del ejército virreinal. En el caso de la oficialía, esta podía pasar al ejército regular con un grado menor al ostentado en la milicia.[72]
Cada regimiento de milicia se componía por grupos de 150 elementos en promedio, comandados por un coronel, con su plana mayor constituida por teniente coronel, sargento mayor, ayudantes mayores, capellán, cirujano, tambor mayor, pífano o corneta y un asesor completados por capitanes (que dirigían a las compañías que los formaban), cabos y bandera, de estos militares solo el coronel o comandante, el sargento mayor y algunos oficiales tenían un sueldo fijo, pagado por el gobierno, ya que el resto solo se reunía solamente durante las “Asambleas” que tenía una duración de una a cuatro semanas al año en las que se realizaban prácticas e instrucción. Se distinguió entonces a dos tipos básicos de milicias; las urbanas formadas en las ciudades y las provinciales formadas en regiones y provincias, las cuales podían ser milicias disciplinadas sí se regían por un reglamento aprobado. Como modelo de los regimientos de infantería y los de caballería novohispanos se formó el “Regimiento de Dragones de España”, el mismo que recibió su reglamento en 1767[73].
En 1760 con la llegada a la Nueva España del Virrey Marqués de Cruillas y la subsecuente llegada del ya mencionado visitador Juan de Villalba empieza una reforma en los cuerpos armados, lo que da inicio a la creación de un ejército formal. Esto es impulsado por el afán modernizador del Emperador español Carlos III y las presiones de los franceses e ingleses por apoderarse de partes de los reinos americanos de España, como ya era el caso de la Honduras Inglesa, la bahía del Mosquito y las Bahamas.
Una parte importante fue la liberación de muchas de las ataduras en la milicia como la libertad para dar cargos de alto nivel a las castas e indígenas, ese fue el caso de las milicias costeras de Veracruz, donde el pardo Sebastián Almaraz llegó a tener el grado de coronel. Otra fue la creación de juzgados militares permanentes, los cuales sustituyeron a los que se creaban ex profeso para cada caso y que por estar formado por milicianos era parcial. Otro más fue dotar de un reglamento, usando el ya mencionado “Reglamento de Milicias de Cuba” de 1769, como base[74].
En 1784 se estableció definitivamente la organización del ejército como una institución profesional. Su tarea fundamental consistió en proteger la Ciudad de México, y coordinar operaciones de defensa y policía en las guarniciones de Jalapa, Orizaba, Córdoba, los puertos de Veracruz, Acapulco, San Blas y las Provincias Internas, en especial en las ciudades capitales de las intendencias con una producción minera importante como Guanajuato y Zacatecas.[75]
En 1765 [76]se creó la Real Ordenanza sobre el orden y sucesión del mando en los Cuerpos del Ejército; en 1767 por el Real Reglamento del 27 de junio se establecen los salarios de la tropa veterana y se reguló la disciplina ya que eran muy comunes las deserciones[77]. Con la aplicación de este reglamento, las deserciones y las captura aumentaron en forma desorbitada; algunos otros entraban al ejército solo para ser dotados e inmediatamente desertar para poder vender las armas, uniformes y cabalgaduras que les daban.
En 1767 se ordenó la expulsión de la Compañía de Jesús y el cuerpo del “Regimiento de América” se disolvió por las deserciones, por lo que sus restos fueron retornados a España, mandándose a los batallones veteranos de Ultonia, Flandes y los dos de Saboya (1768) para no dejar indefenso el virreinato.[78]
En el gobierno del Virrey Martin de Mayorga, en 1779, se declaró la guerra a Inglaterra en apoyo a la guerra de independencia de las 13 colonias inglesas en América, por lo cual se mandaron tropas a Florida y la Habana, se completaron los cuerpos veteranos y se reforzaron las fortalezas, además de reformarse varios de los reglamentos. En esta ocasión las victorias españolas le permitieron desalojar de Honduras y de la Luisiana a los ingleses.[79]
Siendo Virrey Manuel Antonio Flores por Real Orden en 1786 se crea el sistema de intendencias para gobernar el reino de Nueva España, el cual ocasionaría muchos problemas políticos. Además en el norte se crearon las Provincias Internas donde la lucha se hacía con menor población y con un enemigo muy diferente, normalmente nómada y que tenía el apoyo de los colonizadores ingleses y franceses, por lo que su gobernador o comandante general fue investido con capacidades similares a las del Virrey pero con la autoridad militar suficiente para hacer sus propias compañías creando al primer soldado reconocible como netamente mexicano “los cuerudos”.[80]
En 1793 España declaró la guerra a Francia, por lo que enviaron tropas al exterior, muchas de origen español pero con una mayoría de novohispanos, a la Habana enviaron a los “Regimiento de Nueva España” y al “Regimiento de México.[81]
En febrero de 1793 por decreto real se ordenó que los juicios civiles y criminales de los miembros de ejército fueran conocidos por los juzgados militares, basándose en una serie de reglamentos y ordenanzas que establecieron que los militares fueran juzgados por el fuero militar a pesar de cometer delitos civiles, lo que se interpretó como un privilegios y motivo para que la población se enrolara en los cuerpos armados[82].
A partir de 1800 el Virrey José de Iturrigaray empezó a nombrar criollos y mestizos como jefes de regimientos, además de que en 1803 se envió una nueva ordenanza sobre los salarios, los cuales debieron ser reformados por las diferencias entre la moneda del virreinato y la europea.
En 1810 el ejército novohispano aprendió y practicó el arte de la guerra dirigido por sargentos y oficiales llegados de España, lo que elevó la calidad de sus tropas, pero no logró subsanar otras carencias, pero a pesar de ello el Ejército Real de la Nueva España fue considerado el mejor de América, porque era relativamente eficiente ya que podía defender la costa atlántica y las rutas comerciales. Aun así, la carencia de tropas y el equipo de combate pesarían al estallar la guerra de independencia.
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Las primeras insurrecciones.
El sentimiento nacionalista de los criollos veían la necesidad de reorganizar la colonia como una entidad independiente de España y consideraban que por haber nacido en Nueva España debían ser ellos quienes gobernaran, al mismo tiempo, realizaron estudios y escribieron libros con temas de la Nueva España como la naturaleza, geografía, especies vegetales, animales, clima, aspectos sociales y por los hechos de la historia anterior a la conquista. Tal fue el caso del jesuita Francisco Xavier Clavijero, quien escribió “La Historia Antigua de México”.
Indudablemente, la invasión francesa a España en 1808 y la abdicación de los reyes españoles y el inicio de la guerra de independencia de España en contra de los franceses fue una coyuntura política que repercutió fuertemente en la Nueva España, pues la noticia de la abdicación de los monarcas, su encarcelamiento y el alzamiento del pueblo español llegó a la Nueva España el 14 de julio de 1808, de esta manera no existía monarca o autoridad y Napoleón Bonaparte fue visto como enemigo de la libertad y de la religión. En la Nueva España el virrey Iturrigaray por Real Acuerdo el día 15 de ese mes, dispuso que no se acataran las órdenes de los lugartenientes de Napoleón y suspendió la enajenación de fincas para la caja de consolidación.
El 19 de julio el ayuntamiento, que estaba integrado por criollos de sentimientos nacionalistas, indicaba al virrey que ante la falta de un rey y gobierno legítimo, la soberanía residía en el reino, principalmente en los cuerpos que llevaban la voz pública, en sus guardadores y se le pedía que continuara al mando provisionalmente.
La Audiencia no estuvo de acuerdo con la petición del cabildo y propuso la formación de una junta representativa del reino que declarase al virrey autoridad suprema y crease una junta permanente que contrapesase su poder.
El virrey Iturrigaray convocó el 9 de agosto una junta a la que asistieron los integrantes de la audiencia y del cabildo, alcaldes de Corté, fiscales, el arzobispo, integrantes de la inquisición, 80 representantes de diversos grupos de la sociedad, etc… el resultado de esta reunión fue la jura de Fernando VII como rey legítimo y el acuerdo de no obedecer a Napoleón[83].
La ausencia en España de un gobierno unificado, apoyó la idea de que había que constituir uno nacional sustentado por los miembros del ayuntamiento como Juan Francisco Azcarate, Francisco Primo de Verdad y Ramos, José Antonio Cristo y otros ideólogos como fray Melchor de Talamantes. El virrey Iturrigaray no le pareció mala la idea del ayuntamiento y el 1º, de septiembre convoco un congreso nacional, en contra de los oidores y del grupo español, en donde presentaría su dimisión pero el Ayuntamiento no la aceptó. Simultáneamente se crearon juntas fieles a España; para ello buscaron contactos y coordinación de esfuerzos. El virrey dio varias disposiciones de carácter militar y hacendario e hizo llamar a varios regimientos a él adictos como el Celaya y el de Dragones de Aguascalientes cuyo mando cedió a un amigo personal, Ignacio Obregón.
Las circunstancias locales se fueron agrupando en dos bandos al autonomismo criollo que aspiraba a que la Nueva España se gobernase libremente a través de un congreso que representaría a la nación y designara las autoridades necesarias y a los elementos más adictos al antiguo régimen principalmente formado por los funcionarios, comerciantes y vecinos españoles temerosos de perder su posición socioeconómica.
El detonante de las inconformidades ocurrió la noche del 15 de septiembre de 1808 cuando fue aprehendido el Virrey Iturrigaray y su familia, poniendo en su lugar al mariscal de campo don Pedro Garibay, también fueron detenidos los miembros del ayuntamiento. Cabe hacer mención que en prisión pereció don Francisco Primo de Verdad y en las mazmorras de San Juan de Ulúa, fray Melchor de Talamantes, de esta forma fue destruido el primer intento de organización jurídico – político autónomo de la Nueva España.
Las ideas del ayuntamiento estaban difundidas en todo el virreinato y fueron numerosos grupos de letrados, eclesiásticos, criollos y mestizos que las hicieron suyas y las diseminaron en universidades, colegios y seminarios de tendencia jurídica y política en los que se exponían los derechos del hombre, la definición y organización del Estado; se había cobrado conciencia de lo que es discriminación, de privilegios, de la mala distribución de las riquezas, etc… también se creyó que para lograr esos ideales no sería fácil que cediera el grupo en el poder y tendrían que llegar al extremo, la lucha armada.
De lo anterior podemos asegurar que la independencia de la Nueva España se forjó como resultado de un movimiento que respondió a la invasión francesa sobre España, pues si recordamos el virrey Iturrigaray y el ayuntamiento coincidían en la idea de un gobierno independiente y autónomo y en julio de 1808 ya se encontraban acantonados en Jalapa, Veracruz buena parte de la milicia novohispana que era leal a Iturrigaray[84].
El mariscal de campo don Pedro Garibay para evitar que proliferaran juntas sediciosas que acarrearan a ejército seguidor de Iturrigaray disolvió a las tropas y las envió a sus lugares de origen, además creó una junta consultiva para enjuiciar a los infidentes cosa que provocó un gran descontento, pero su ineficacia personal que provoco que la Junta Central Gubernativa del Reino lo destituyera y en su lugar nombrara a al arzobispo de México Francisco Javier de Lizana y Beaumont el 19 de julio de 1808, quien disminuyó las persecuciones contra los criollos[85], sin embargo continuaban en toda la Nueva España se organizándose centros de conspiración ligados entre sí por una complicada trama entre eclesiásticos, comerciantes, militares, funcionarios, criollos y gente de pueblo mestiza e india.
La idea de independencia finalmente se personificó en la figura de Miguel Hidalgo y Costilla, cura de Dolores. Llegado el momento de la proclamación de independencia, en la madrugada del 16 septiembre de 1810, dio inicio la guerra que se prolongó durante 11 años. La Nueva España que durmió un sueño oscuro de trescientos años se lanzó hacia la consecución de libertad.
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ANTECEDENTES POLÍTICOS.
El aspecto político en la Nueva España, fue de radical importancia: La división del territorio colonial en provincias, reinos, gobernaciones y ayuntamientos, y la posterior creación de Intendencias, benefició únicamente a los españoles peninsulares, excluyendo a los criollos y demás castas de la participación política, creando con ello un profundo descontento social que desencadenaría el enfrentamiento entre clases durante el proceso de independencia.
Los vínculos de la Nueva España con España estuvieron regulados por instituciones que representaban al rey (Carlos V), en la Colonia, por ser posesiones de la Corona, según la Bula Papal Inter Caetera de 1493. Las Indias, como fueron llamadas inicialmente las colonias, pasaron a constituir un bien público que los reyes no podían enajenar o vender y en 1524, creó instituciones que funcionarían en territorios españoles y otros en territorios americanos, los organismos que administraron América fueron:
Consejo de Indias.
Casa de Contratación.
Virreinatos.
Capitanías generales-Gobernaciones.
Audiencias.
Consulado.
Cabildo.
El Consejo de Indias y la Casa de Contratación fueron organismos que funcionaban en España, mientras que el resto estaba establecido en América.
El Real y Supremo Consejo de Indias.
Se estableció en 1519, fue una oficina destinada a resolver los asuntos de las Indias (colonias en América), realizó dos sistemas de control, uno de ellos fue el Juicio de Residencia o examen judicial al cual eran sometidas todas las autoridades al término de sus respectivos gobiernos. El juicio consistió en una rendición de cuentas, que se hacía a través de un funcionario delegado, en el lugar donde había actuado el funcionario examinado, en la que se escuchaba a los posibles agraviados. Si el Consejo determinaba que el juicio era negativo, podía implicar el término de la carrera del funcionario, si, por el contrario, resultaba favorable, lo habilitaba para ascender de grado.
El segundo sistema fueron las visitas. Éstas consistían en viajes de inspección, que podían ser generales, cuando se hacían a un virreinato o a una capitanía general, o específicas, cuando se realizaban para inspeccionar la gestión de un funcionario o un suceso particular.
El Consejo de Indias fue el encargado de elaborar las ordenanzas, reales cédulas y otros documentos normativos. Como poder judicial, tenía la función de árbitro en los conflictos de competencia surgidos entre las Audiencias, las Audiencias con la Casa de Contratación o los conflictos que se suscitaban entre estos organismos y los particulares. Como tribunal de apelación, era la última instancia para los pleitos entre particulares por sumas superiores a los seis mil pesos de oro.
En el siglo siguiente, con el establecimiento de las reformas borbónicas, se creó en 1717 la Secretaría del Despacho Universal de Indias que relegó al Consejo como una instancia meramente consultiva. El consejo fue eliminado en 1809, restablecido el año siguiente y suprimido otra vez por la Constitución de Cádiz en 1812. Al volver, en 1814, Fernando VII de su destierro, el Consejo reinició su funcionamiento, desapareciendo definitivamente en 1834.
La Casa de Contratación.
Se fundó por Cédula Real del 20 de enero de 1503, y uno de sus logros fue la fundación de una escuela náutica y de estudios geográficos, tenía a su cargo la organización del tráfico comercial entre España y América, el estudió y desarrolló de la cartografía del continente americano. También controlaba el proceso migratorio hacia el Nuevo Mundo, se hacía cargo de la política de Monopolio comercial de España sobre los territorios descubiertos e intentó impedir que otro reino europeo pudiese obtener las eventuales riquezas a descubrir, entre las atribuciones de la Casa de Contratación se encuentran:
Control de todo el tráfico comercial de flotas y galeones entre España y América.
Registro de todos los que venían a América, evitando el paso de aquellos que no eran cristianos.
Jurisdicción civil y criminal durante la travesía de las naves.
Tribunal de comercio encargado de aclarar todos los problemas de tipo económico y comercial que tuviesen relación con América.
En 1790, fue suprimida, por la aplicación de las Ordenanzas de Libre Comercio, que inhabilitaban el principio de monopolio comercial.
El Virreinato.
América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias o gobernaciones. Carlos I fue el que ordenó la instauración de un virrey que representase a la Corona y que hiciera cumplir las leyes promulgadas. Antonio de Mendoza y Pacheco, fue el primer virrey enviado a la Nueva España en 1535. El propio monarca definió las facultades del virrey quien tenía el gobierno superior en el virreinato para administrar e impartir justicia a todos los súbditos y vasallos además de ser encargado de pacificar las provincias, tenía a las capitanías y presidencias bajo su protección. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España o México (1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el Río de la Plata (1776)[86]. El virrey tenía las mismas facultades que el rey, aunque las instrucciones para su gobierno las recibía directamente del Consejo de Indias.
Con respecto a sus funciones de la Iglesia, al virrey ejercía todas las funciones del Patronato Real, respecto de la Real Hacienda, tenía el control y vigilancia del cobro y administración de las rentas del rey, en lo que toca a la defensa del territorio, sobre su persona recaía el mando supremo de las fuerzas de mar y de tierra, incluido el mando de las Reales Armadas que llegaban desde España con sus almirantes y en base a cédula del 17 de enero de 1593, tenía la facultad de crear leyes mediante ordenanzas. Éstas, sin embargo, no podían contradecir las que dictaba el propio monarca o el Consejo de Indias en su nombre. Los virreyes eran designados como propuesta del Consejo de las Indias. Debían proceder de la alta nobleza.
Capitanías Generales y Gobernaciones.}
Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial. Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile. Las gobernaciones fueron creadas en territorios ya pacificados. El poder lo ejercía el presidente de la Real Audiencia, como fue el caso de Ecuador y Bolivia.
Las Audiencias.
La Real Audiencia fue un organismo político-administrativo y el supremo tribunal de justicia durante la época colonial, residía en las principales ciudades de América, fue tribunal de primera instancia en algunos casos y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores, fueron el más alto tribunal judicial de apelación, con jurisdicción civil y criminal y con amplia competencia ya que éstas solían extenderse a la jurisdicción eclesiástica. Sobre la Audiencia sólo estaba el Consejo de Indias, al que se podía recurrir únicamente en casos de muy elevada cuantía.
Las Audiencias tenían, además, que ocuparse de los pleitos relativos a los intereses de los indios, en éstos casos los naturales estaban exentos de gastos procesales y se les designaban abogados especiales para que los representaran, también le correspondía juzgar, en primera instancia, los juicios eclesiásticos de carácter secular, como los problemas relativos a la disposición de los diezmos, a las tierras de la Iglesia y otros semejantes, veía las causas por los delitos cometidos por eclesiásticos que estaban regidos por la ley civil, y conocía, en primera instancia, los casos en que estuvieran en juego los intereses de la Corona y sus funcionarios, y en los llamados casos de corte, que eran una medida de protección al interés social. Debían ventilarse ante la Audiencia y no ante el tribunal del domicilio del demandado.
Cada Audiencia tenía un presidente, que generalmente fue la autoridad política o militar de la zona y los oidores fueron los funcionarios que conformaban la Audiencia. Tenían por misión oír a las partes y a las autoridades y dictar sentencia en los casos que la ley lo determinara.
El Cabildo.
Fue una de las primeras instituciones que España llevó a América. Fueron el traspaso a América de los municipios españoles de la Edad Media, los cuales fueron defensa de las libertades populares. Los cabildos eran instituciones urbanas que existían en Castilla. Apenas los españoles fundaban una ciudad, se creaba el cabildo, este órgano fue una entidad que representó a la comunidad y de ella derivaba su nombramiento, es decir el rey no los nombraba. El cabildo se ocupaba del gobierno de las ciudades.
Primeras divisiones territoriales y políticas en la Nueva España.
En la Colonia, para obtener una mejor organización de las primeras formas de gobierno, la monarquía española realizó la división eclesiástica, administrativo-judicial y político-administrativo del territorio, lo que le permitió un mejor control de la Nueva España. La monarquía designó la primera Audiencia el 6 de diciembre de 1528, la cual se encontraba en segundo lugar jerárquico después del Virrey fue designado como presidente de la misma Nuño Beltrán de Guzmán, quien tuvo diferencias con Hernán Cortés. La Audiencia estaba integrada por un presidente y cuatro oidores y funcionaba como tribunal de justicia, pero a la vez atendía funciones administrativas y políticas. Con esto se pretendía establecer un orden en la Nueva España, destacándose Beltrán de Guzmán por sus crímenes y persecuciones a los indígenas.
La segunda Audiencia fue creada en 1531, en ella se autorizó que los pueblos indígenas eligieran e integraran ayuntamientos a la usanza de los pueblos españoles.
Las primeras divisiones político-administrativas, fueron las siguientes:
1538, división fue en 4 provincias
Michoacán.
México.
Coatzacoalcos.
Los mixtecos.
División antigua: en reinos, gobernaciones y provincias
Esta división se desarrolló durante el proceso de colonización, originando que los conquistadores reconocieran y aceptaran ciertas divisiones prehispánicas. Se crearon porciones territoriales, principalmente en el norte de la colonia y se dieron conforme a las necesidades militares.
El Virreinato (1535 - 1786).
Diversos factores propiciaron que en el año de 1535 se creara el Virreinato de la Nueva España, entre estos se encuentra la existencia de regiones de una organización indígena previa, centralizada y establecida sobre una extensión de territorio; la concentración demográfica económica y política, que facilitó a los españoles el dominio de grandes masas humanas, así como la existencia de estados indígenas de cultura avanzada. El Virreinato fue establecido de la siguiente manera:
Central-peninsular, representado por el Rey, sus secretarios y el Consejo de Indias establecido en 1524.
Central-Novohispano, constituido por el Virrey y la Audiencia.
Provincial y Distrital, integrado por los gobernadores de los reinos, provincias, los corregidores y alcaldes mayores.
Local, representado por cabildos y sus oficiales.
El Rey ejercía el poder a través de los secretarios de despacho, órganos por los cuales el monarca tenía relación con el Consejo de Indias, el cual a finales del siglo XVII estaba integrado por un presidente, varios consejeros, un gran canciller, un fiscal, dos secretarios, un tesorero general, un alguacil mayor, tres relatores, un escribano de cámara, cuatro contadores, un cronista mayor, un cosmógrafo y empleados como los alguaciles de corte, los abogados de causas y de pobres, el tasador de procesos y los porteros.
El virrey representaba la autoridad real en la Nueva España y cuando finalizaba su gobierno debía dejar una relación en la que fijaba su punto de vista sobre los negocios públicos y la mejor manera de resolverlos, también debía responder de sus actos, comprobando que había gobernado con probidad y honradez, en este acto se puede apreciar que la Corona española mantenía al virrey dentro de un marco legal que reducía su autoridad, revisando los actos gubernativos por medio de la Audiencia.
En la Nueva España, los alcaldes mayores en un principio fueron nombrados en algunos distritos para administrar la justicia y cuidar el tratamiento de los indios y a su vez se nombró un corregidor con el objeto de substituir a la autoridad de los encomenderos que no tenían título para ejercer el cargo nombrado.
En los pueblos funcionaron consejos administrados por un cabildo, que estaba compuesto de alcaldes ordinarios y regidores, estos eran nombrados por el rey (desde España) y las soluciones del cabildo debían ser aprobadas por el virrey. También los gobernadores, corregidores o alcaldes mayores, participaban en las resoluciones y elecciones de los cabildos.[87]
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Reformas Borbónicas.
Durante el siglo XVIII, la organización política y territorial de la Nueva España, sufrió notables cambios producidos bajo las normas del gobierno de los borbones de España. La primera reforma política consistió en el establecimiento de la Secretaría del Despacho de Indias en el año de 1717, organismo que asumió las facultades ejecutivas y parte de las legislativas y administrativas hasta entonces a cargo del Consejo de Indias.
Respecto al gobierno de las colonias de América, todo lo referente a la hacienda, guerra, comercio y navegación, paso a la jurisdicción de la Secretaría de Despacho. El Consejo de Indias quedó reservado para el gobierno municipal y al Real Patronato se le dio la facultad de conceder licencias para ingresar a las Indias y proponer individuos para los empleos de la política.
Al llegar Carlos III al trono español a mediados del siglo XVIII, el acto más transcendental de su política reformista, fue la creación de las intendencias y su objetivo fue de homogeneizar el aparato estatal, mejorar la administración de las rentas reales; la organización y funcionamiento de la hacienda pública e impulsar la economía, la cultura así como frenar los abusos fiscales de corregidores y alcaldes mayores. Durante la división político-administrativa realizada a partir de 1786, se crean 12 intendencias, tres gobiernos y dos provincias internas: de Oriente y Occidente, con el fin de atender todos los ramos de la colonia, menos el militar.
Las intendencias fueron: México, Guadalajara, Puebla, La Nueva Veracruz, Oaxaca, Guanajuato, San Luis Potosí, Valladolid, Zacatecas, Durango, Avispe, Mérida,
Los gobiernos fueron: Tlaxcala, Alta o Nueva California, Baja o Vieja California y Provincias internas.
De Oriente (gobiernos de Nuevo Reino de León, Nueva Santander, Provincia de Coahuila y Provincia de Texas). Los cuales correspondían a la intendencia de San Luis Potosí.
De Occidente (gobiernos de la Nueva Vizcaya, provincias de Sonora, Sinaloa y gobierno de Nuevo México).
El virrey de la Nueva España continuo con las funciones de Capitán general, gobernador y presidente de la audiencia, pero sus atribuciones como jefe de la Real Hacienda pasaron a las de un funcionario especial llamado Superintendente. A éste quedaron subordinados los ramos de hacienda y los intendentes de provincia. Como auxiliar del superintendente se creó una junta superior de Real Hacienda.
El gobierno de las 12 provincias-intendencias, quedó en manos de un intendente de ejército y provincia, nombrado por el rey, con competencia en los ramos de hacienda, justicia, policía y guerra, debiendo formar mapas topográficos de sus provincias, informar al monarca sobre sus territorios, producción natural, mineral, ganadera, la industria y comercio. Además deberían visitar personalmente las provincias para proponer los medios para mejorarlas en lo económico.
En los pueblos españoles se conservaron los alcaldes ordinarios, elegidos por los cabildos. En los pueblos de indios se nombraron subdelegados, también llamados jueces, los cuales eran designados por los intendentes y debían ser españoles.
Con estas reformas se pretendía fortalecer el absolutismo de los monarcas españoles, ocasionado que se profundizaran los conflictos de la Nueva España con la Metrópoli, debido a que se hizo más grande la preferencia a favor de los peninsulares para ocupar los altos cargos de gobierno; esto contribuyó también a abrir el camino a la revolución en contra de una clase gobernante despótica, movimiento alentado por un nuevo grupo integrado por euromestizos y criollos, quienes vivían las injusticias en carne propia.[88]
Invasión francesa a España.
El 27 octubre de 1807, se firma en Fontainebleau un tratado entre Francia y España, con la finalidad de ocupar y desmembrar el reino Portugués, por no aceptar la política que se implementa en contra de Inglaterra, al tratar de bloquear el comercio con los países Europeos. En los tratados se divide al reino Portugués en tres partes: las provincias septentrionales quedarían bajo el mando de la reina de Etruria, hija de Carlos IV; el ministro Manuel Godoy, seria soberano de un estado independiente con el título de príncipe de los Algarbes, mientras que la región central estaría bajo el mando de Napoleón.
Las intenciones de Napoleón, no solo eran expandirse hacia Portugal, sino también ocupar España, para ello envió cien mil franceses que comenzaron a cruzar los pirineos para invadir la frontera que comunicaba a España con Portugal, estableciéndose en las plazas principales de España y violando los acuerdos al aumentar la cifra del ejército francés. Al conocer la corte de Portugal sobre la alianza establecida entre Francia y España, decide huir y establecer su reino en Brasil. Al descubrir el ministro español las intenciones de Napoleón, decide apoyar a la familia real brasileña para que emigrara a América.
El 19 de marzo de 1808, se registró un suceso relevante en el pueblo de Aranjuez, la gente se amotinó para exigir a Carlos IV, que dejara el trono a favor de su hijo Fernando VII, quien hizo su entrada triunfal a la ciudad de Madrid, que ya había sido tomada por el ejército francés, al mando de Joaquín Murat quien fomentó el descontento con la familia real y realizó una entrevista con Napoleón, en Bayona para que este resolviera la situación.
Al acudir Carlos IV y Fernando VII a Bayona, se reunieron con la corte española para crear una junta de gobierno donde quedó al mando el infante Don Antonio, tío de Fernando VII, quien fue fácil de influenciar por los franceses. Durante la reunión, Napoleón exigió que la corona fuera entregada a Carlos IV y que este dejara el cargo, designando a su hermano José Napoleón, como su sucesor, estos acontecimientos originaron la creación de juntas de gobierno que asumían la soberanía de España en ausencia del rey, los españoles piden ayuda a Inglaterra, quien tenía intenciones de invadir la América Española, con su ejército al mando de futuro duque de Wellington, pero al saber la gravedad de la situación decide a poyar a los españoles. Todo esto se fusiona y en septiembre de 1808, la Junta Central Gubernativa del Reino, con sede en Sevilla, se refugió en la isla de León, a inmediaciones de Cádiz, en el mes de julio de ese año la Nueva España se enteró de la invasión francesa a España, por lo cual buscó mantener el orden en la colonia. En los ayuntamientos de México, en donde predominaban los criollos, se realizaron reuniones para determinar qué rumbo tomarían y dieron a conocer sus acuerdos al virrey, quien aceptó sus proposiciones, caso contrario de la Audiencia, la cual se opuso al conocer la situación. De esta forma se convocó a una reunión el 9 de agosto de 1808, donde estuvieron presentes el virrey, los miembros del Ayuntamiento, la Audiencia y la inquisición prominentes integrantes del alto clero. En la citada reunión el Síndico del Ayuntamiento, Lic. Francisco Primo de Verdad, tomó la palabra y señaló que a falta de autoridad del rey, la soberanía debería recaer en el pueblo, debiendo reconocerse la autoridad legítima del virrey y no se debería obedecer ninguna otra orden de la península, ni las juntas de España. Primo de Verdad fue apoyado por Juan Francisco Azcárate, Regidor del Ayuntamiento de México, sin embargo, en la reunión los miembros de la Audiencia rechazaron las proposiciones. Se realizaron nuevas reuniones en las cuales el ayuntamiento convocaba a un Congreso Mexicano, recibiendo el apoyo del virrey. Al conocer la Audiencia las intenciones políticas del ayuntamiento, representado por los criollos que tenían la intención de independizarse, inició la violencia en contra de éstos.
Los españoles decidieron actuar a través de la represión y buscaron al hombre idóneo, el hacendado Gabriel Yermo, fue quien con un grupo conservadores detuvo a los insurrectos del ayuntamiento entre los que se encuentran: el Lic. Francisco Primo de Verdad fue detenido y encarcelado y misteriosamente falleció en la cárcel, fue detenido Fray Melchor de Talamantes, por estar comprometido en la tentativa de crear un gobierno mexicano, mismo que murió en la prisión de San Juan de Ulúa. Así mismo renunció el virrey, quien fue enviado a España acompañado de su familia, acusado del delito de conspiración. Pedro Garibay fue designado nuevo virrey, pero fue destituido y designado nuevo gobernante de la Nueva España el Arzobispo Francisco Javier Lizana Beaumont, quien trató a los criollos con generosidad.
En el mes de diciembre de 1809, se denunció la conspiración de Valladolid y se mandaron a prisión a los sublevados, entre los que se encontraba Don José Mariano Michelena. El virrey después de escuchar las declaraciones de los acusados, manifestando que lo hicieron en beneficio de los españoles y que reconocían a Fernando VII, los dejó en libertad. Para los peninsulares no eran favorables los sucesos que se registraban en la Nueva España, decidiendo en 1810 destituir al arzobispo, quien el 8 de mayo del mismo año, entregó el poder a la real Audiencia.
El último virrey designado por la Real Audiencia fue Francisco Javier Venegas, mismo que no logró sofocar las conspiraciones. El 16 de septiembre de 1810 surgió la insurrección encabezada por Don Miguel Hidalgo y Costilla, en Dolores, Guanajuato.[89]
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ANTECEDENTES ECONÓMICOS.
La economía es un factor determinante para el desarrollo y crecimiento social en todos los aspectos de una población ya que sin una buena administración de los ingresos sería imposible el sustento de la misma. En el siglo XVIII España parecía mantener en orden su reinado, el cual obtenía su tranquilidad económica de sus colonias y la Nueva España fue la colonia que brindó durante casi trescientos años el 70% de los ingresos de las rentas para el sustento de la Corona, con productos de la minería, agricultura y ganadería.
En esos tiempos los novohispanos se apreciaban satisfechos y efectuaron un recuento cuidadoso de sus haberes que no solo comprendían sus recursos y posibilidades naturales e industriales, sino también la riqueza espiritual, según Alejandro Humboldt en su estudio recopilado de los criollos, la prosperidad real, incrementada por la imaginación, dando un optimismo general.[90]
Consecuencias de las Reformas Borbónicas.
Los primeros años del siglo XVIII, la Corona Española tuvo cambios en la manera de administrar sus posesiones americanas a partir de la llegada de Carlos III al trono y a consecuencia de las Reformas Borbónicas, se pretendía tomar las riendas del poder en América, en especial de la Nueva España, por ser la más rica de las colonias, poderío que sirvió a los ministros de Carlos III (1759-1788) y de su hijo Carlos IV (1788-1808), quienes difundieron las ideas ilustradas mediante las llamadas “sociedades económicas de amigos del país” y la naciente prensa periódica[91], fueron las acción que permitieron que los colonos se dieran cuenta de la importancia para la Corona Española de las colonias en cuanto a sus bienes económicos, que abrían sus puertas con otros países para 1760 y 1808.
Lo anterior fue una estrategia del gobierno imperial para lograr el desarrollo de los intereses materiales y el aumento de la riqueza de la monarquía, mediante cambios importantes en aspectos fiscales, militares y comerciales así como el fomento a diversas actividades productivas.
Los primeros cambios se dieron a partir de la centralización de los bienes reales, esto es la transferencia de cobro de impuestos de manos de particulares a las de los funcionarios del Rey.
Otro aspecto que dio un cambio a la economía española fue la ocupación de la Habana por fuerzas inglesas en 1762, que origino que Carlos III fortaleciera su armada en las colonias, particularmente en el Caribe y norte de la Nueva España, en donde se reforzaron las defensas a partir de la visita de José de Gálvez (1765-1771)[92] con el fin de inspeccionar a todas las cajas reales de la colonia, quien posteriormente fue nombrado ministro de Indias, incorporó las alcabalas a la administración fiscal novohispana para incrementar las riquezas y prevenir los abusos. Con este tipo de normas establecidas los comerciantes enfrentaron una problemática para comercializar sus productos al pagar mayores impuestos, pues solo algunos productos fueron redituables de exportar como: la plata, el tabaco y pólvora.
Reformas de Carlos IV.
Para 1786 llegó al trono de Carlos IV, la economía novohispana se vio frenada, debido a que la Real Hacienda, había extraído en exceso recursos fiscales de sus colonias y comenzó a recurrir a préstamos y donativos con motivo de conflictos internacionales, esta situación perjudicó a la mayor parte de la población, ya que nulificó las posibilidades del crecimiento económico futuro de la colonia[93], por ejemplo: los efectos en Europa causaron la interrupción de los viajes marítimos y que perjudicaron principalmente las minas, por la falta de azogue, fierro, acero y demás materias primas necesarias para el funcionamiento de esta actividad.
El 4 de diciembre de 1786, con la instalación de las intendencias como resultado de las reformas borbónicas el rey Carlos III firmó la Real Ordenanza de Intendentes de Ejército y Provincia de Nueva-España, que creó doce intendencias en el Virreinato colonial, reemplazando a los corregimientos, alcaldías mayores y otras jurisdicciones. Con esto se organizó la política que sirvió para un mejor control en la recaudación de bienes y se tomó como referencia para su asentamiento los lugares con mayor producción minera[94].
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Minería.
La minería fue altamente favorecida por las disposiciones legislativas del gobierno español. Los mineros gozaron siempre de numerosos privilegios, a fines del siglo XVIII se estableció el importante cuerpo de minería de la Nueva España, tribunal especial para los mineros, así como una especie de banco de avió para la minería, se fundó el “Real Seminario Metálico o Colegio de Minas”, se introdujo en muchas minas el llamado “beneficio de partido”, donde la sociedad participa en las utilidades de los propietarios. Durante esta época, los salarios de los trabajadores fluctuaban entre los dos y cuatro reales diarios, aunque el horario laboral era de doce horas diarias en promedio. Como se necesitaba la mano de obra en las minas, se enviaron delincuentes a las minas a trabajar sin recibir salario alguno.
Esta actividad, fue la principal fuente económica para la Corona, seguida de la producción de tabaco, ambos productos se controlaron con más apego, ya que el embarque, transporte y comercialización se realizaba por los mismos españoles. Se llegó al grado de legalizar productos que se vendían sin autorización, mismos que no aportaban ganancias a la colonia, tal es el caso del aguardiente. Con estas acciones todos los sectores quedaron bajo administración imperial, los beneficios que se obtenían, mantenían las guerras en contra de Inglaterra, con esto se creó el comercio neutral en 1789, a consecuencia del bloqueo de los puertos españoles, por parte de los ingleses, este tipo de comercio consistió en el permiso que la Corona española dio a países no involucrados en el conflicto España-Inglaterra, para que entrara y salieran de puertos novohispanos.[95]
Agricultura.
La agricultura, al igual que la minería se ve perjudicada por la misma problemática política que entorpeció los progresos de la industria y aunque contaba con suelos fértiles, no se podía aprovechar al máximo, debido a que estos eran propiedad de grandes terratenientes que no daban el uso correcto para el que estaban destinados, por lo cual su desarrollo fue de manera precaria y muy lenta por la acción de un conjunto de factores, debido a que en la Nueva España se producía solo lo indispensable para un bienio, esto por la ausencia de almacenes para los productos.
Con frecuencia existían sequías por cambios climáticos, pero lo que más afectó fue la mala distribución de las tierras ya que la mayoría estaban bajo el control del clero, quien se conformaba con recibir las rentas de las hipotecas obtenidas de los préstamos realizados a los productores, que en su mayoría no podían cubrir las deudas y por la prohibición de cultivos como: la vid, olivo, lino y la cría del gusano de seda que perjudicó aún más, la riqueza agrícola cobró importancia principalmente en la segunda mitad del siglo XVIII. Si se recuerda que la Iglesia llegó a tener inversiones de 44.5% de las hipotecas en la Nueva España, principalmente sobre fines agrícolas, donde el valor de las mismas era de un aproximado de 100 millones de pesos.[96]
Fue hasta 1803, en que este sector fortaleció su producción aunque no se dio parejo en toda la colonia, ya que fue más redituable en la región del Bajío, Guadalajara, Michoacán y el norte extremo, esta última zona fue donde los procesos de penetración y colonización hicieron brotar campos de cultivo en tierras vírgenes de Durango, Arizpe y Nuevo México. Existieron en total 445 haciendas y 416 ranchos, de los que destacaron los de Guadalajara, cuya producción agrícola sumaba más de tres millones de pesos anuales, en Michoacán se obtenía dos millones de pesos anuales de su producción, misma que era utilizada para alimentar su propia población.
Ganadería.
A raíz de la importación de animales de Cuba y demás islas pobladas, se conformó poco a poco la crianza de aves de corral como gallinas, guajolotes (ya existía en el continente americano), gansos y diferentes tipos de patos, estas aves fueron en definitiva de uso doméstico y no se criaron en granjas a gran escala, como el cerdo, el ganado vacuno, caprino y ovino, de los cuales se explotó la carne, piel, lana, hueso, grasa entre otros productos que se comercializaban y exportaban a España.
Industria.
En cuanto al intento para desarrollar la industria en América, este equivalía a atacar la economía española y poner en entredicho el pacto metrópoli-colonia, sin embargo, estos principios de política general tuvieron que adaptarse a las condiciones reales por las que atravesaban tanto las colonias como España. En la Nueva España la industria más prometedora fue la del refinamiento de azúcar y aguardientes en el valle de Morelos y en las costas de Veracruz.
Para 1803 la manufactura de hilados y tejidos basada en la seda, el algodón y la lana creció también a contracorriente de la política de la metrópoli y para el siglo XVIII obedeció a causas que escaparon al control de la Corona. Fue en la región del Bajío, en el obispado de Michoacán, la zona de Guadalajara y Norte de Durango, Arizpe y Nuevo México, donde surgieron los principales centros manufactureros de lana próximos a las zonas mineras, permitiendo conocer la relación que existe entre los diferentes sectores de producción, los cuales tuvieron sus orígenes modestos pero expansivos iniciados por los indígenas con el telar de cintura, que más tarde recibieron la visita creciente de intermediarios mestizos quienes las revendían en las ferias, centros mineros y urbanos.
En sí, la manufactura de textiles de algodón, dejó de ser una actividad casera y limitada y se convirtió en una industria, rudimentaria pero orientada al consumo general, al mercado de las ciudades, de los centros mineros y de las haciendas. Otro hecho que no permitió el crecimiento de la manufactura fue la política seguida por la metrópoli, debido a los altos precios establecidos en la misma. Las guerras libradas entre España con otras potencias europeas en las décadas de 1790-1800, crearon una coyuntura favorable para la expansión de las manufacturas de algodón y de lana.
El bloqueo inglés, frenó la entrada de artículos extranjeros e impidió la salida de capital acumulado por particulares. Para darnos una idea del avance que tuvo esta industria veremos una comparación: para 1796 había en Oaxaca 500 telares de algodón muy finos, en 1800 ya sumaban 800; en Querétaro y las ciudades de Celaya, Santa Cruz, León y Salamanca, el crecimiento de obrajes y telares era de 2,000 telares, aumento que se presentó en la mayor parte del territorio de la colonia. Los ingresos obtenidos para el año de 1803, en la Intendencia de Valladolid anualmente fue de 1, 500, 000 de pesos, en la intendencia de Guadalajara, la curtiduría de pieles y fabricación de jabón producían más de 600, 000 pesos anuales, los tejidos de lana alrededor de 234, 000 pesos y la de algodón 1, 386, 590, pero estas cifras se vieron perjudicadas con el bloqueo marítimo por parte de Inglaterra, lo que permitió la entrada de comerciantes norteamericanos que con bandera de neutrales introdujeron sus productos a bajos costos y de buena calidad a comparación de las que introducían los holandeses, belgas, franceses e italianos que exportaban los comerciantes españoles de Cádiz, lo cual provocó el estancamiento de los comerciantes locales.[98]
La Corona obtuvo ingresos considerables por concepto del registro y pago de impuestos de las mercancías, sobre todo de extranjeras que los comerciantes registraban como propias de las cuales obtenían grandes ganancias como expedidores (no como dueños); los reyes delegaron en los comerciantes funciones de gobierno que era incapaz de cumplir, como el cobro de impuesto en las aduanas, parte del costo al asegurar el tráfico con las colonias mediante convoyes mercantes y de guerra.
Situación que más tarde habría de imponer condiciones a su benefactor, una de ellas fue el sistema llamado de flotas, que era fuertemente protegido por buques de guerra, a fin de evitar ser atacados por piratas protegidos por potencias rivales y lograr el abastecimiento de sus colonias, mismas que le permitían mantener su débil posición económica en competencia mundial.
El beneficio mayor de las flotas recayó en los comerciantes hasta 1778, año en que los borbones desaparecieron esta manera de comercializar y otorgaron la libertad a todos los puertos, pues el mercado en las colonias estaba cautivo por un gran número de abusos en la manera en que se les vendían los productos, Así mismo a los indígenas se les compraban productos para exportar como: la cochinilla, el añil, plantas tintóreas, la vainilla, el cacao, productos que más tarde quedaron en manos de los comerciantes, quienes lograron reunir grandes cantidades de dinero, lo que les permitió convertirse en banqueros junto con la Iglesia.
Tras la fractura del monopolio andaluz sobrevino la desintegración del monopolio de la Nueva España y la aparición de importantes núcleos de comerciantes provincianos, como los de Veracruz, Guadalajara, Puebla, Yucatán, Oaxaca, San Luis Potosí, Durango, Saltillo, etc., algunos de los cuales lograron integrarse en consulados (Veracruz, Guadalajara y Puebla). Esto les permitió ejercer su influencia en ciertas regiones que se liberaron de la opresión existente, lo cual permitió un fortalecimiento económico regional y una ampliación de sus mercancías por la colonia.
Aunque España impuso costos altos a los fletes mercantes que daban un mayor número de ganancias después de la minería, el comercio exterior de la Nueva España fue alterado e interrumpido también por las guerras en que se vio envuelta la metrópoli, sobre todo con Inglaterra entre 1796 y 1800, así como con Portugal a principios del siglo XVIII, lo cual trajo como consecuencia que Inglaterra bloqueara los puertos de España, por lo que aumentó el contrabando, navíos y comerciantes norteamericanos en calidad de neutral, que sirvieron de enlace entre España y su colonia.[99]
Efectos de las guerras españolas en la economía y en las colonias novohispanas.
La situación económica de la colonia cada vez estaba peor y todo a consecuencia de los problemas de España con otros países de Europa, caso concreto Inglaterra. Desde 1798, con el fin de frenar la devaluación de los vales reales, que eran títulos de deuda pública expedidos durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, como un sólido respaldo financiero estaban sujetos a devaluaciones, mismos que emplearían para cubrir un compromiso financiero adquirido con Napoleón Bonaparte.
Para evitar la devaluación se dispuso que las catedrales, parroquias, conventos masculinos y femeninos, juzgados de capellanías y obras religiosas, cofradías, hospitales y colegios entre otros, se desprendieran del dinero líquido, de los bienes raíces y capitales de inversión que poseían y los depositaran en la Tesorería Real, ya que España se comprometió a pagar mensualmente a Francia 6, 000, 000 libras, por lo que este problema afectó a bienes raíces, capitales invertidos mediante préstamos a particulares, instituciones y a capitales líquidos[100].
Consolidación de vales reales.
Los daños de esta consolidación tuvieron vigencia en México desde septiembre de 1805 a febrero de 1809, su gestión estuvo a cargo del Virrey José de Iturrigaray, quien se propuso obtener los mejores resultados para la corona española, en su empeño por llevar a cabo lo dictado por la península. Iturrigaray fue apoyado por la Junta Superior de Consolidación, en especial por dos funcionarios españoles: el diputado Antonio José de Arrangoiz y el secretario contador Diego de Modollel, quienes actuaron de manera despiadada, defendiendo los intereses del rey por encima del reino novohispano.
Cabe señalar que a quienes perjudicó más fue a las instituciones eclesiásticas que administraban fondos privados, que invertían mediante préstamos, así como las obras religiosas que beneficiaban a viudas, huérfanos y enfermos y al igual que en el caso de las capellanías, la enajenación de los capitales afectó a sus titulares, generalmente personas que no contaban con otras fuentes de ingresos, quienes recibieron vales por sus bienes confiscados con lo que garantizaban la recuperación y pago de la Corona, que no tardó en realizar su primer pago, pero este del mismo porcentaje recabado por los intereses que se debían mandar a la península. La gente vio que si se estaba cubriendo el porcentaje acordado, creyó que sus recursos habían sido bien invertidos, sin contar que pronto dejaría de percibir dicho pago. Acción que no se consideró conveniente, debido a que se estaba desprotegiendo a los sectores sociales más bajos que no tenían más a donde recurrir y solo bajo el cuidado de la Iglesia podían sostenerse en el medio social de la época correspondiente.
La extracción de este recurso para cubrir las consolidaciones contribuyó a la severa crisis económica que experimentó la Nueva España a finales de la primera década del siglo XIX, fue la medida más eficaz dentro de las captaciones extraordinarias, ya que en tres años generó 30% del total de recursos económicos que se obtenían, además de que se siguió enviando la cuota de 9, 500, 000 que regularmente se remitían al año a España. Aun así fue perjudicial, ya que los recursos extraídos provenían de la minería, agricultura, ganadería, comercio e industria, sectores en los que la colonia sustentaba sus gastos internos y externos, dentro de estos mismos sectores se veían afectados también a un gran número de haciendas, ranchos, empresas entre otras, por las dificultades para redimir los capitales que adeudaban y la falta de crédito para continuar laborando que anteriormente obtenían de la Iglesia.
Entre los más afectados podemos encontrar a los indígenas que al ser despojados de dos terceras partes de sus fondos de cajas de ahorro, al igual que a los deudores de capitales de instituciones y fundaciones sujetas a Consolidación, ya que el 60% del total recaudado se llevó por medio de ellos, pues era más fácil presionar a particulares desde el más pobre hasta a la élite, que obligar al clero a que entregara sus bienes inmuebles, dada a la resistencia que éste puso, incluso a muchas familias que tenían una buena posición económica quedaron en la ruina por este motivo.[101]
Suspensión de la consolidación de vales reales y las primeras sublevaciones.
En un principio la oposición tomó las características de un complot, que se extendió a lo largo de las diócesis de México, Puebla y Michoacán, se agruparon personas de distintas clases sociales y laborales, sus protagonistas, deudores de capitales eclesiásticos, se agruparon en torno de instituciones que adoptaron una postura crítica frente al régimen. Ejemplo de ello fueron los ayuntamientos de México, Valladolid, Pátzcuaro, Puebla y el Real Tribunal de Minería, que actuaban mediante representaciones, en este caso la primera fue en México integrada en su mayoría por criollos y se distinguía por su activismo político contra el virrey y la audiencia, esta última integrada principalmente por peninsulares.
La representación la redactaron el regidor Francisco Primo Verdad, Ramos y Juan Francisco de Azcarate y Ledesma, quienes posteriormente desempeñarían un papel destacado en la lucha por la autonomía de la Nueva España. La segunda representación la envió el Tribunal de Minería, en su mayoría criollos integrantes de la élite, con fuerte capacidad económica, redacción a cargo de Miguel Domínguez, quienes veían el perjuicio de todos los sectores de producción a consecuencia del mal funcionamiento del minero, para esto el Ayuntamiento de Valladolid opinó que un monarca justo debía atender las críticas de sus vasallos.[102]
Pero ante estos levantamientos no faltó quien intentó resolver las diferencias entre los novohispanos con la Corona, mediante el diálogo se frustró la decisión del Virrey Iturrigaray de actuar con energía y rigor contra los inconformes, tras varios escritos entre el Tribunal de Minería y el virrey se trató de tranquilizar las revueltas, a lo cual Iturrigaray contestó que “El decreto de la Consolidación se había elaborado con profesionalismo y buscando el bienestar para la Nueva España, que las leyes no siempre resultaban acertadas, a pesar del profesionalismo y buena voluntad con que se hacían, razón por la cual era común que se reformaran y derogaran”[103] y como consecuencia trajo la destitución de su cargo al corregidor de Querétaro, Miguel Domínguez, autor de la representación del tribunal de minería, amenazándolo con un juicio de residencia y promovió uno en contra de Manuel Abad y Queipo, obispo electo de Valladolid y autor de la Representación de los labradores de Michoacán.
La situación que vivía la colonia no era buena, pues la mayor parte de la población buscaba encontrar una solución a la situación que se estaba presentando y que perjudicaba a todos, ya que tenían que dar lo poco con que contaban y el rico dar más por tener un poco más, y para 1808 el Virrey Iturrigaray suspendió provisionalmente la Consolidación, acción que permitió que se presentara el primer intento pacífico por lograr la autonomía de la Nueva España, con el regidor Primo de Verdad a la cabeza y sus seguidores, por la inestabilidad política en la península a causa de la invasión napoleónica, valiéndose de un plan autonomista y sus posiciones como síndico y regidor honorario en el Ayuntamiento con Iturrigaray al frente para la creación de un gobierno provisional que dieron a conocer el 15 de julio de 1808.
Una vez iniciado este primer movimiento emancipador surgen más, en donde los principales líderes eran los mayores deudores. Tal fue el caso de Gabriel Yermo, quien debía más de $ 200, 000 pesos de consolidación, el cura Miguel Hidalgo también debía $7, 000 pesos; el Capitán Ignacio Allende adeudaba $18, 500 pesos. Sería muy extenso describir a todos los deudores, ya que esta consolidación de bienes abarcó a todo el sector social, lo que provocó que se unieran al movimiento libertador y al golpe de estado y los que no participaron apoyaron económicamente la causa.
La Nueva España aportó en total 10, 511, 704 pesos vía Consolidación, lo que equivalía al 70% de toda la aportación de América. La principal carga recayó sobre los obispados del centro, que eran los más poblados, por lo tanto contaban con mayor número de bienes enajenables. La diócesis más saqueada fue la de México, que aportó 5, 031, 584 pesos, 48% del total, en segundo lugar estuvo la de Puebla, con 2, 308, 516 pesos 22%, seguida de Valladolid, con 1, 102, 777 pesos, 10% y Guadalajara con 956, 279 pesos el 9%. Esta Consolidación también afectó a 371 pueblos indígenas, siendo este un factor decisivo en la toma de conciencia respecto de la explotación respecto a la que estaban sujetos los novohispanos.[104]
Está razón era más que suficiente para tomar las armas, pues España no midió las consecuencias que ocasionaría con la mala administración de sus colonias, en donde todo habitante vivió las consecuencias de sus guerras. Humboldt, menciona que el gobierno español en cerca de tres siglos de dominación, no cuidó de construir un solo camino carretero, ni aun de la capital a los puertos principales, a pesar de todas las rentas de México en 1808 podían evaluarse en 25 millones de pesos, de los cuales se remitían doce a España.[105]
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ANTECEDENTES SOCIALES.
La sociedad novohispana fue una mezcla de diversas razas y culturas que dieron como origen una población muy particular, y que desde principios de la conquista del territorio de ultramar comenzó a sufrir sus primero cambios.
Sabemos que desde la existencia de las culturas precolombinas había combinados entre las diversas regiones, todos estos datos tomados de la vida de la Malinche que en sus supuestos orígenes era de la cultura nahua, vendida como esclava en la zona maya.[106]
Desde el principio de la empresa de Hernán Cortés comenzó la repartición de las mujeres a sus soldados y aquí comienza a gestarse la base de la que tiempo después se nombrará sociedad novohispana, pues durante estos años de conquista se tienen datos de la mezcla de la sangre peninsular con la americana, como producto se conoce como mestizos, y conformarán el grueso de la población durante los tres siglos de dominio español.
Lo anterior se debió a que los naturales de América o indios sobrevivientes a la conquista, fueron distribuidos entre los peninsulares conquistadores para su servicio, lo que originó que las estirpes se fueran mezclando dando origen a los primeros mestizos. Además de ello, hubo una gran variedad de castas derivada de las diversas mezclas, cuyos principales orígenes son los españoles, indios y negros.[107]
La mezcla de las diversas castas trajo consigo gran desigualdad, pues dependiendo del origen o raíces de cada individuo de la sociedad, eran los derechos y sobre todo las oportunidades para mejorar su calidad de vida.
Por lo anterior, comenzaron a darse las primeras leyes de indias que buscaron brindar hasta cierto punto un estado de derecho a los indios, sin embargo, en la práctica no fue así ya que los intereses de los peninsulares superaron la aplicación de dichas leyes,[108] buen ejemplo de ello son las palabras de Alejandro de Humboldt quien califica a los españoles como unos conquistadores ansiosos de sacar fruto de sus hazañas.[109]
A partir de esta distinción existente entre las clases sociales, se dieron las primeras manifestaciones sociales de distintas formas como es el movimiento criollo o intelectual (a través de impresos) que veremos más adelante.
Clases sociales.
En primera instancia se encuentran los blancos nacidos en Europa llamados gachupines, seguidos por los hijos de los peninsulares nacidos en las colonias españolas de América o mejor conocidos como criollos; ambos gozaban en sí de las mismas garantías de las leyes españolas, sin embargo el orgullo existente por el lugar de pertenencia impulsó a marcar una línea de distinción y privilegios de unos sobre los otros, recayendo los beneficios directos sobre los nacidos en España.[110] Los sectores sociales que componían la administración gubernamental o se dedicaban al comercio, veían su suerte estrechamente ligada a la metrópoli. Todos ellos dependían social y económicamente del gobierno español, debido a que era la única instancia que sostenía su posición social dentro de la Nueva España.
Los peninsulares representaban la minoría del total de habitantes de la Nueva España, al ser nombrados directamente por el supremo gobierno estaban compuestos por familias de linaje, obtenían los monopolios en el comercio lo que les permitía establecer las condiciones económicas más ventajosas para ellos.
El distintivo existente entre la sociedad venía entonces desde el ámbito familiar, el linaje al que se perteneciera fue más allá de un estado de gracia que marcó desde ese punto la diferencia existente sobre los habitantes de la Nueva España; de cierto modo que se entendió que el linaje vino acompañado de privilegios y garantías que eran exclusivos del sector proveniente de la Península Ibérica.
Bajo esta premisa, la mayoría de los españoles nacidos en Europa pertenecientes a alguna familia distinguida que habitaron el territorio de la Nueva España, llegaron no solo con la garantía de un trabajo sino que poseían la seguridad de ocupar los puestos principales dentro de la administración colonial en todos sus rubros; la Iglesia, la magistratura o el ejército, sin olvidar el comercio dentro del Consulado.[111]
Sin embargo, no todos los españoles que arribaron a tierras americanas poseían las garantías distintivas de las familias nobles; se trataba de hombres y mujeres que llegaron con la finalidad de probar fortuna en el territorio novohispano, ya fuera como acompañantes de familias adineradas o bien con la intención de realizar cualquier trabajo que le fuera productivo a sus intereses.
Bajo este contexto, la sociedad novohispana comenzó a gestar tintes propios de identidad ante las circunstancias que se le presentaba, es decir, el hecho de viajar de la península hacia el virreinato no era simple casualidad, de antemano para quienes sabían que las oportunidades en su tierra natal no podían ser tan prósperas debido a su posición, consiguieron desposar a la hija de un español noble nacida en América, lo cual les brindó cierta posición social en un territorio donde el linaje o la familia significaban un salto en su posición económica o social.
De ahí que los hijos de matrimonios españoles o criollos adoptaron en un principio una posición hasta cierto punto cómoda, sin embargo, la falta de preparación o ambición les llevó a desperdiciar las herencias de sus padres. A ello se debió que su posición cómoda dentro de la sociedad fuera temporal, llevándolos con el tiempo a ocupar labores que los peninsulares despreciaban por no ser dignos de ellas, pero tampoco podían dejar en manos de los mestizos.
Dentro de los privilegios que gozó este sector de la población, se encontró en gran medida la educación, asunto que generó durante el siglo XVII diversos estudios del medio geográfico. Los criollos tuvieron la oportunidad de recibir una formación académica, ya fuera teológica o jurídica.
A pesar de ello, los dependientes europeos casados con hijas de españoles no le dieron mucha importancia a las ventajas que les ofreció su nueva posición debido a que su situación cambió desde el momento en que consiguieron su nuevo estatus y se dedicaron en gran medida a la administración de sus nuevos bienes conseguidos por dote o herencia.[112]
Claro ejemplo de ello son los conventos femeninos de la Nueva España, en los cuales el acceso a las profesas era muy restringido debido a la dote de ingreso, hubo mestizas de padres españoles las cuales corrieron la suerte de ser reconocidas por sus progenitores a las cuales se les dio el sobrenombre de “mestizas acriolladas”. Esta denominación nos da el indicio que aunque estas mujeres fueron integrantes de la clase alta, nunca se les consideró como iguales dentro de este estrato al no quitarles el factor de origen, es decir, el mestizo.[113]
El sector trabajador de la colonia fue conformado principalmente por las castas, indios y negros, mismos que no se encontraron unidos por una conciencia de clases colectiva, pero si fueron participes de la misma situación oprimida. Los rancheros y labradores de las grandes propiedades rurales; los obreros de las minas e industrias; los artesanos o los miembros de las comunidades indígenas se vieron sometidos a una opresión que en teoría debió de ser nula por las leyes de las Indias pero que en la práctica no se llevó a cabo.
Por lo que respecta a los mestizos, su situación los colocaba en un punto fuera del orden jurídico que contemplaba a los españoles y criollos; en realidad debían poseer los mismos derechos que los anteriores, sin embargo eran situados con las demás castas. Debido a ello no podían obtener empleo tan fácilmente y no eran admitidos en las órdenes mendicantes.
No obstante, este sector de la población fue el más útil para el desarrollo y formación de la Nueva España, ya que dedicaron sus vidas al trabajo en las minas o proveían de soldados al ejército o milicias. Carecieron en su mayoría de educación, susceptibles de los defectos que los sectores de escasas oportunidades solían presentar, se vieron inmersos a grandes defectos y vicios.[114]
Es importante puntualizar el hecho de que la sociedad novohispana fue una sociedad muy clasista y al hacer tan evidente la estratificación en el principio de la Nueva España la clase alta era muy renuente a convivir con el resto de la sociedad, por lo que la vida social dentro de los dos primero siglos (XVI Y XVII) se daba en la intimidad de las casas de alta alcurnia en salones con uso específico para dicha sociabilidad, como lo fueron, los salones del estrado.
Las leyes entonces, habían hecho de los indios una clase separada de las demás de la población. La protección especial que se les brindó provino de la opinión de que ellos eran incapaces de razonar e inferiores a los españoles, por lo que estos últimos quisieron condenarlos a la eterna esclavitud, los que estaban en desacuerdo con ello; en su mayoría los integrantes del clero regular, optaron por protegerlos de a la violencia a que eran sujetos.
Los indios vivían en poblaciones separadas de los españoles, gobernados por sí mismos, formando municipalidades que se llamaban repúblicas y conservaban sus lenguas y trajes peculiares; se ocupaban principalmente de las labranzas, ya fuera como jornaleros en las fincas de los españoles o cultivando sus propias tierras, que fueron repartidas en los pueblos.[115]
Por lo que respecta a los esclavos, los cuales en realidad no fueron muchos debido a que la mano de obra india no representó costo alguno para los patrones, al menos representaron gastos de compra y traslado.
Los esclavos, en su mayoría negros, contaron con un beneficio, se encontraron protegidos por las leyes que regían las posesiones españolas, interpretándose paradójicamente a favor de la libertad, le daban la oportunidad a los esclavos de conseguir la libertad a cambio de los ahorros que pudieran generar producto de sus jornadas, así como la garantía de someter ante la justicia cualquier maltrato que pudiesen recibir de sus señores.[116]
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Manifestaciones del sentimiento criollo.
Es muy sabido que el criollismo es un tema recurrente en los estudios de independencia, dicho sentimiento se manifestó de formas diferentes sociales, políticas, así como religiosas, en donde las primeras son el origen de un sentimiento de pertenencia y los políticos tienen una finalidad más concreta: tener una parte más activa dentro de los grupos de poder, en cambio dentro de las religiosas, es donde se presentan los motivos iconográficos más importantes del nacionalismo mexicano.
El criollismo no solo es un sentimiento, a pesar de haberse presentado como tal en sus inicios, y no buscaba en sus inicios una emancipación de la península como se cree debido a que la sociedad se encontraba muy heterogénea y las minorías conquistadoras gozaban en un principio de posiciones cómodas que en algunos casos fueron traspasándose en generaciones.
Fue un pensamiento producto de un acontecimiento histórico - social, puesto que en tierras novohispanas el proceso de aculturación se presentó con la aceptación de los vencidos por adoptar la cultura de los conquistadores de manera forzada,[117] sin embargo en este proceso surgió un intercambio cultural, debido a que con el paso del tiempo los conquistadores adoptaron elementos culturales de los indígenas.
Este proceso de aculturación concluyó con una fusión de ambas culturas y a través de esta identificación que se hizo presente con el paso de las generaciones subsecuentes de los conquistadores, que al ser nacidos en tierras americanas fueron objeto de afrentas por parte de los peninsulares que desacreditaron a los criollos y los denigraron al comenzar a empatizar con los indios.
De esta manera con Gonzalo Guerrero o tal vez con Hernán Cortés comenzó como un sentimiento criollo puesto que se puede argumentar que se enamoraron de la cultura americana, de sus tierras, de su sociedad[118]. Con el paso del tiempo y del pesar de las plumas de los jesuitas o personas ilustres fue transitando hasta llegar a los primeros independentistas como Hidalgo, que convirtió el criollismo en un movimiento político argumentando que la condición actual de los indios era culpa de los españoles quienes les habían despojado de todos sus bienes, y que a fin de cuentas todo era una subversión obligada por las situaciones en la colonia.[119]
Entonces, la vida de los criollos estaba en América y no en la metrópoli y su presencia en esta tierra por generaciones les daba el derecho de hacer con ella lo que más conviniera a los nacidos. Sin embargo, la Corona comenzó a tomar un mayor control de la situación novohispana puesto que escasa de capital y ya en el siglo XVII puso su granito de arena al conflicto abriéndoles paso a los cargos públicos por medio de la venta de los mismos a los españoles.[120]
Con ello comenzó el siguiente oleaje de manifestaciones, un oscurantismo de la cultura española que sin pensarlo les acercaría cada vez más a la búsqueda de una identidad nacional, y de la mano de la religión comenzaría a darse una “conciencia de grupo”[121] puesto que esta serviría como base para lanzar una serie de acusaciones de cómo se debía llevar a cabo el cristianismo.
La religión se convirtió en punta de lanza para la mayoría de los intelectuales, puesto que les servía para colocarse en los puestos más inmediatos de poder ya que estos estaban en manos de la mayoría de los criollos, aunque los niveles más elevados seguían perteneciendo a los peninsulares, esto les permitiría llevar a cabo el movimiento político-religioso dentro del cual el Guadalupanismo y las fiestas religiosas servirían para la búsqueda de una identidad nacional como un distintivo propio de la Nueva España[122].
Los criollos a favor de una revolución tienen sus cimientos en un sentido de pertenencia desde las llamadas luchas de pluma que se encargaban de enaltecer los territorios americanos en donde los jesuitas fueron sus principales exponentes.
Esta orden monástica sufrió un revés al ser expulsados de los territorios españoles en 1767, lo que significó un golpe directo a la educación en México. A pesar de ello, el movimiento comenzó a tomar mayor fuerza política cuando la tierra comenzó a vislumbrar un futuro incierto, pues recordemos que en 1808 España estaba ocupada por el ejército francés de Napoleón Bonaparte y Carlos IV y Fernando VII abdicaron a favor del mismo, quien a su vez dejó a su hermano José Bonaparte como rey de España.
El Estado español quedó en una especie de protectorado francés, por lo que los criollos comenzaron a fraguar el movimiento emancipador[123]. Las defensas de la Nueva España se basaban en la comparación y acusaciones, esto se ve en los discursos de quienes defendieron su situación.
Sin embargo, la realidad mostró que en el territorio de la Nueva España los criollos tenían las mismas aptitudes mecánicas, intelectuales y grandes cualidades comparables con las de hombres nobles de la península,[124] y que si se encontraban en situaciones sociales sin virtudes era gracias a las malas costumbres que provenían de España, a tal grado de tacharles de animales.[125]
De esta manera comenzaron a hacerse presentes los movimientos de inconformidad por parte de los criollos, que en un principio fueron un sentimiento y con el paso de los años se convirtieron en resentimiento hacia la Corona y sus súbditos quienes no eran más que extraños, simples visitas que pasaban a las Indias únicamente con el fin de enriquecerse y sin otro objetivo que sacar provecho de aquello que no tenían derecho.
Debido a que para los criollos novohispanos el derecho natural era el primordial para formar parte de la estructura económica y política de la Nueva España dicho sentir se transformó en política, no era simplemente el derecho de gobernar su propio país ya que era la manifestación de una clase y no de una nación.[126]
Hemos visto de qué manera comenzaron a hacerse presentes los primeros síntomas de liberación, identidad y defensa de la naturalidad, premisas que sirvieron como fundamento para emanciparse de la corona española, pero aun así el sentido de pertenecía no garantizaba una tendencia emancipadora, puesto que a pesar de ser existente este sentimiento, algunos criollos mantenían vínculos económicos, políticos o familiares con el grupo peninsular.
Lo anterior les permitía a los criollos encontrarse en una mejor posición sobre otros hijos de españoles nacidos en América, y es por estos nexos con la península por lo que no les convenía desprenderse de la Corona, por lo que podemos pensar que estos eran unos de los hilos que seguían uniendo a la colonia con la metrópoli.
Dichas conexiones pueden hallarse por ejemplo en el comercio, puesto que a algunos comerciantes de ciudades como Veracruz o México, no les convenía perder el control de ciertos monopolios, lo que indicaría que no estuvieran a favor de desprenderse de España por los intereses burocráticos que se conservaban entre los grupos, y es de entenderse puesto que no dejarían fácilmente su inversión.
Recordemos que cierto grupo criollo pudiente compró lugares en la administración y en el comercio para poder obtener mayores ganancias o ventajas. Por otro lado, se encontraba un reducido grupo que aún poseía haciendas, de quienes se puede pensar que se encontraban a favor de la administración española por los lazos estrechos e intereses[127]. Con esto podemos ver un binomio a quien no le convenía perder los lazos con la corona española: criollos hacendados y comerciantes.
Lo anteriormente dicho constituía un problema para la corriente, pues se ha visto que a pesar de ser un grupo, su movimiento no era uniforme puesto que la Corona contaba también con el apoyo de soldados jóvenes criollos, hijos de familias acomodadas.
El autor David Brading menciona que pronto adoptaron la camiseta del movimiento y que a pesar de no saber mucho de la organización del ejército por ser una estructura autónoma de poder, se sabe que fueron los mismos oficiales realistas quienes apoyaron la declaración de independencia del Coronel Agustín de Iturbide[128]. Esto era sólo cuestión de tiempo ya que al identificarse con el movimiento lo subsecuente era exigir los derechos que les correspondían por el simple hecho de ser nacidos en Nueva España.
Hemos encontrado cuáles fueron las circunstancias bajo las que se inició éste movimiento de independencia y todas aquellas que lo fueron enriqueciendo, pues estudiamos que la lucha en un principio no fue buscar una independencia o al menos una igualdad, sino que vimos cómo fue herido su orgullo, lo cual les incitó a demostrar que podían estar a la par de la metrópoli.
En un inicio el movimiento sociocultural[129] criollo se basó en una clara manifestación de distinción por parte de los nacidos en España y fue producto de la tajante separación por parte de los peninsulares, por lo que ellos trataron de buscar una identidad al encontrarse en un punto intermedio, ya que no eran ni españoles ni pertenecían a alguna casta de América.
En respuesta lo que hallaron fue una repatriación de elementos que no tenían nada que ver con ellos, pero sí tenía que ver con la tierra en la que habitaban, tomando características del origen prehispánico de éste continente como propios penetrando estos en la conciencia criolla y adaptándolos a sus costumbres europeas, tales como la religión.
Haciendo así una fusión entre ambas culturas el resultado les proporcionó un origen, una identidad Ahora entendemos que el movimiento se intensificó debido al descontento de los grupos sociales afectados por las nuevas políticas coloniales.
Esto a pesar de que las familias criollas pertenecían a la élite por irse colocando en la administración civil y religiosa, puesto que tenían grandes propiedades agrícolas y mineras, comenzaron a llenarse de privilegios.
Sin importar que fueran los más influyentes en las instituciones eclesiásticas, no creían justas las restricciones a las cuales se enfrentaban al tratar de participar políticamente en la sociedad, pues sólo podían aspirar a cargos de mediana autoridad ya que los altos mandos seguían en manos de los españoles.
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LA EDUCACIÓN COMO UN PROCESO HISTÓRICO Y SOCIAL EN EL MÉXICO COLONIAL.
En la Nueva España, desde el siglo XVI los primeros centros educativos iniciaron la tarea de crear los fundamentos que desarrollaron la conciencia e identidad nacionales. La educación impartida primeramente por los frailes franciscanos y la posterior propagación de las ideas de la Ilustración, son los elementos que le dieron coherencia y fundamento a las clases dominadas para proyectar sus deseos de emancipación.
En el año de 1524, con la llegada de los doce misioneros franciscanos a la Nueva España,[130] se le comenzó a dar importancia a la educación de los nativos,[131] ya que inicialmente el objetivo de la instrucción impartida por estos frailes misioneros fue el adoctrinamiento religioso, el cual se enseñaba sin distinciones de sexo ni edad. Posteriormente, se establecieron escuelas en las que se enseñó a leer y escribir a los hijos de los señores, caciques, macehuales o jornaleros, siendo la asistencia a estas instituciones no solo de carácter voluntario sino que se buscó el apoyo de las autoridades españolas.[132]
En 1536, por iniciativa del Virrey Antonio de Mendoza y Fray Bernardino de Sahagún se instaló para los indios el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, ubicado a un costado del convento de los franciscanos, en donde se enseñó lectura, escritura, gramática latina, retórica, filosofía, música y medicina. Los principales maestros de este colegio durante su primer siglo fueron: Fray García de Cisneros, Fray Andrés de Olmos, distinguido por sus conocimientos en varios idiomas; Fray Juan de Gaona de la Universidad de París, Fray Francisco de Bustamante; el francés Fray Juan Focher;
Doctor en leyes por la Universidad de París, Fray Bernardino de Sahagún, notable historiador y escritor,[133] entre otros.
Otro importante centro de educación se ubicó en el Convento de San Francisco de México, en donde el monje franciscano Fray Pedro de Gante fundó una escuela en la cual se enseñaba a los hijos de los notables indígenas lectura, escritura y latín. De Gante se percató de que los niños indígenas tenían talento para las artes y añadió la enseñanza de música, artes y oficios mecánicos[134], esta primera “escuela de las bellas artes” del continente americano se ubicó dentro de las mismas instalaciones del Convento de San Francisco y es conocida con el nombre de San José de los Naturales[135].
La fundación del Colegio de San Juan de Letrán tuvo su origen en la preocupación de las autoridades coloniales para hacerse cargo de los niños mestizos abandonados por sus padres españoles, aunque posteriormente ingresaron también otros niños cuyos padres los enviaban a recibir educación. En este colegio se impartía doctrina y se cultivó la gramática y el vocabulario indígenas. Asimismo, los alumnos de bajo aprovechamiento en ciencias eran encaminados a aprender algún oficio, mientras que los más sobresalientes cursaban la carrera de las letras.
Para las niñas mestizas abandonadas, el Virrey don Antonio de Mendoza fundó un asilo a espaldas del Convento de San Francisco, que posteriormente fue denominado como Colegio de Niñas, al que también ingresaron niñas españolas. Allí se les enseñaban las artes conocidas como “mujeriles”, consistentes en coser y bordar, sin dejar de lado la educación religiosa cristiana y cuyo objetivo era que las menores se casaran una vez que llegaran a la edad adecuada[136].
La Real y Pontificia Universidad de México.
La creación de la universidad en México es una consecuencia del surgimiento y desarrollo de la conciencia criolla y la necesidad de encontrar las formas en que esta se manifestara en la sociedad novohispana de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII[137].
El progreso en materia de instrucción pública aunado al creciente número de hijos de familia enviados a la ciudad de México motivó la necesidad de crear una universidad. El proyecto surgió de la exigencia de contar con un centro de educación superior donde se formaran los letrados y médicos requeridos en la Nueva España. Durante el gobierno del Virrey Mendoza se despachó la solicitud a la corte y para el 21 de septiembre de 1521 se obtuvo la resolución favorable. La universidad abrió sus puertas a partir del 21 de enero de 1553, acudiendo el virrey con su audiencia a tomar la primera lección de cada clase.
La universidad quedó al frente de los más distinguidos personajes de la época entre ellos se encontraban el oidor Rodríguez de Quesada quien fungió como rector y el oidor Santillana Maestrescuelas; así mismo Fray Pedro de Peña impartió la cátedra de Teología quien fue remplazado por Don Juan Negrete, maestro en artes por la Universidad de París; a Fray Alonso de la Veracruz correspondieron las cátedras Escritura Sagrada y Teología escolástica; mientras que el Doctor Morones quedó al frente de la materia de Cánones; el Doctor Melgarejo desempeñó las materias de decreto y fue sucedido por el Doctor Arévalo Sedeño; las de Instituta y Leyes fueron impartidas por el Doctor Frías de Albornoz; la cátedra de artes quedó a disposición del presbítero Juan García; el Doctor Cervantes instruyo en retórica y en la gramática fue impartida por Blas de Bustamante.[138]
Las anteriores clases se dividieron en temporales y perpetuas. Las primeras se daban por oposición cada cuatro años y por ellas el agraciado pagaba derechos y se ajustaba a no acudir a bailes, teatros ni otros espectáculos públicos; las perpetuas solo variaban de maestro por la muerte o renuncia del mismo.
Con la llegada de los padres jesuitas la instrucción pública se vio impulsada al ser esta una orden religiosa consagrada a la educación. Estos religiosos dieron un cambio de perspectiva a la educación novohispana anteriormente enfocada a la evangelización para dedicarse al desarrollo moral e intelectual de los naturales, criollos y mestizos. La incursión en la educación se da con la fundación del Colegio de Todos los Santos el 1o., de noviembre de 1573, primer colegio que se abrió para la enseñanza superior de los profesores en toda la América española; le siguió el Colegio de San Pedro y San Pablo por iniciativa del provincial de la Compañía Don Pedro Sánchez, quien obtuvo la licencia y facultad del Virrey Martín Enríquez, en el que se comenzaron a impartir cátedras el 11 de noviembre de 1573.
La demanda de educación por parte de los jóvenes novohispanos obligó la apertura de otros tres colegios en México: San Miguel, San Bernardo y San Gregorio, en los cuales durante los primeros años de su fundación solo se enseñaron las primeras letras, como la gramática latina y la retórica. Para los siguientes años y por el notable adelanto de sus alumnos se impartieron en estos centros los estudios mayores.
En el año de 1579; a fin de evitar desavenencias entre los centros educativos controlados por jesuitas y la universidad sobre validez de estudios y grados de bachilleres y doctores; el padre Francisco Parras, Procurador en la Corte de la Compañía de Jesús, obtuvo del monarca una cédula de concordia.
“…por lo que se disponía que los jesuitas, enseñando gratis y sin estipendio alguno, latinidad, retórica, artes y teología, se considerarán sus colegios como Seminarios para la Universidad y que estudiantes pudieran ser graduados en ella[139]”.
Para 1583 se estableció la unión de los Colegios de San Miguel, San Pedro, San Pablo y San Bernardo, reduciéndose a un solo Colegio: San Ildefonso. Asimismo, en el Colegio de San Gregorio se estableció un seminario para indígenas de raza pura.
Las generaciones criollas comenzaron a cuestionar su ambiente sociocultural y encontraron en la universidad el foco para desarrollar sus ideas e inquietudes entorno a la realidad histórica en que vivieron. Para esta generación la universidad representó una institución indispensable sin la cual el entorno criollo no puede ser concebido en toda su magnitud: en ella se gestó el pensamiento novohispano y de ella emanaron los fundamentos ideológicos que abrirían paso a la guerra de independencia. Estudiar en la universidad representaba un factor de distinción social, el hecho de ser graduado hacía a los estudiantes ser “alguien”, el contar con el grado de bachiller, licenciado o doctor otorgaban honor y reconocimiento[140].
La propagación de las ideas ilustradas en los centros educativos de la Nueva España.
Entre 1750 y 1800 llegó a la Colonia en México la filosofía de la Ilustración, que planteó un nuevo enfoque de la sociedad, del estado y del individuo[141].
La influencia de la ilustración alcanzó a los miembros de la Iglesia, comenzando por los jesuitas como José Rafael Campoy, Francisco Javier Alegre, Diego José Abad y Francisco Javier Clavijero, quienes comenzaron a difundir los conceptos políticos, sociales, religiosos y económicos del Siglo de las Luces[142]. Los trabajos, enseñanzas y escritos de los religiosos de esta orden tuvieron como resultado las primeras críticas y ataques a los dogmas y la introducción de las nuevas filosofías europeas.
Después de que los jesuitas fueron expulsados en 1767, su labor educativa fue continuada por el padre Juan Benito Gamarra. Este intelectual introdujo al plan de estudios del Colegio de San Francisco de Sales de San Miguel el Grande, los nuevos esquemas educativos que transformaban en el viejo continente la perspectiva de la sociedad y la política, convirtiendo este plantel educativo en un centro de la modernidad de la Nueva España.
El Santo Oficio de la Inquisición se percató rápidamente del factor de peligro que representaba la propagación de estas ideas[143], y a pesar de la prohibición de las obras filosóficas liberales y la persecución que se hizo de las personas que difundían los nuevos conocimientos a través de la educación, la propagación de la filosofía moderna y las ciencias en los planteles educativos de la Nueva España ya no pudo ser contenida.
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CONCLUSIONES.
El proceso de independencia iniciado en México al inicio del siglo XIX se sitúa dentro de la cronología de revoluciones de las colonias europeas en el continente americano y en el complejo escenario internacional resultante de la transformación política europea durante el siglo XVIII.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se produce en Nueva España la etapa de mayor prosperidad, debido principalmente a la explotación minera en Guanajuato y Zacatecas, y se desarrollan también las industrias vinícola y textil. El primer dominio de España en el continente americano constituyó su principal sustento económico y la producción de plata llamó la atención del mercado internacional.
Este período de auge hizo desarrollar en Nueva España cierto optimismo nacionalista, al que se sumaría la influencia de las ideas ilustradas traídas de Europa, factores que coadyuvaron a fomentar la búsqueda de autonomía y la demarcación de la corona española, movimiento que se vio favorecido por la división territorial en intendencias y las Leyes de Indias, dictadas por la dinastía borbónica, durante la cual la monarquía hispánica se vio inmersa en múltiples guerras, que llevaron al hundimiento económico y la crisis dinástica.
Hay que considerar varios aspectos para establecer un contexto del movimiento independentista. Se consideran dentro de las causas externas, la expulsión de la orden jesuita en relación directa con las ideas de la Ilustración, la decadencia del imperio español, la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la invasión francesa a España; dentro de las internas señala la desigualdad económica y social de sus habitantes, las limitaciones del mercado y de industria de España a la Nueva España, además de los adelantos progresistas de la colonia. Ello sirvió de contexto para gestar un movimiento revolucionario; en este caso el de lograr la independencia de la corona española.
Respecto a lo económico, podemos ver que la Nueva España contaba con una buena producción en los sectores: agrario, minero, industrial y comercial, lo cual le permitió destacar entre las colonias españolas, al aportar una gran cantidad de recursos económicos y naturales que ayudaron a la Corona a mantener gastos innecesarios y ajenos a los novohispanos, como lo fueron los conflictos armados con países europeos, caso concreto Inglaterra, acción que repercutió en su producción por el aumento exagerado en los impuestos establecidos a los diferentes sectores ya citados.
El sector que mayores recursos envió fue el minero, seguido del comercio; este primero por sus riquezas extraídas fue el meollo por el cual los españoles pusieron mayor interés durante casi trescientos años, lo que no solo fortaleció a España, sino al sector social que laboraba en el mismo, lo que les permitió tomar una buena posición entre la población. Respecto al comercio que en un principio beneficiaba solo a españoles mediante el sistema de flotas, se fortaleció a partir del establecimiento de las Reformas Borbónicas que desaparecieron esta forma de comercializar y con la libertad de los puertos, así como el bloqueo de los puertos marítimos de Cádiz por la lucha mantenida España-Inglaterra, acción que benefició este sector y al país vecino del norte que mantenía su posición como neutral.
El problema agravó la situación al intentar detener la devaluación de los vales reales en España, a consecuencia de la deuda obtenida con Inglaterra, el cual se extendió hasta la colonia y recayó en el clero en mayor porción, institución que mantenía una buena posición económica a consecuencia del cobro del diezmo en todos los sectores, pero al ser afectada esta lo mismo pasó con la población en general, dando como consecuencia un estado de crisis en toda la colonia, pues de todos los recursos aportados para esta causa Nueva España aportó el 70%, razón que empobreció a todos los sectores, sin dejarles más salida que el tomar las armas para defender sus bienes y derechos.
El aspecto político de la Independencia de México, no se da fácilmente, tiene factores tanto internos como externos, que permiten que en la Nueva España, debido a la mala administración por parte de los españoles, originaron conflictos internos, tales como la desigualdad de empleo, donde los cargos entre españoles y criollos, no eran equitativos, mientras que los indios, eran más favorecidos que los mestizos. Todo esto ocasionada que existan conflictos entre españoles-criollos e indios-mestizos, agudizándose las cosas con el tiempo, hasta culminar con la Independencia de México.
Los indios para los españoles, solo representan la fuerza de trabajo en la Nueva España, fueron en un principio tratados como esclavos, posteriormente mejoró su situación al reconocerlos como naturales de México y reciben protección de algunos Virreyes. El sistema político-administrativo implementado fue descuidado debido a la falta de supervisión constante por parte de los virreyes y al enriquecimiento desmedido de los mismos, que solo consideraban a la Nueva España para y extraer sus riquezas para beneficio propio o del Monarca.
Una vez lograda la conquista, comenzó una nueva mezcla entre razas diferentes. A pesar de que en los territorios de América la fusión de la sangre entre las distintas culturas que habitaron el país ya se había hecho presente, a la llegada de los peninsulares la combinación se hizo más extensa, lo que derivo en un gran número de castas, que fueron los actores sociales que conformaron la población de la Nueva España desde la llegada de los españoles hasta la consolidación del movimiento criollo, proceso que cimentó los principios de independencia.
Durante el periodo colonial los problemas sociales se enfatizaron primordialmente en los derechos que marcaron las leyes de España las cuales dieron prioridad a los nacidos en la metrópoli, dejando en sus manos el devenir de la colonia desde los aspectos político-administrativos hasta los económicos.
El hecho de que solo los oriundos de España tuvieran garantizada su condición social, comenzó a generar conflictos dentro de las demás clases sociales habitantes del virreinato debido a que sintieron un derecho natural al ser originarios de América y consideraron injusto que los extranjeros llegaran a gobernar lo que por justicia les correspondía.
Consecuencias de los conflictos ideológicos, religiosos, militares, políticos, económicos y sociales.
Los conflictos que tuvo España con Francia, Inglaterra y Holanda originaron que esta se preocupara por incrementar sus fuerzas armadas para proteger sus intereses económicos en américa, pero la invasión francesa fue lo que dio el motivo para que las propias autoridades del virreinato titubearan sobre la actitud que deberían de tomar con este problema.
Como se recordara la tropa española que prestó sus servicios en América fuero personas seleccionadas por el sistema de leva (quintas, forzoso), sistema de acarreo de personas que ingresaron a las fuerzas armadas españolas provenientes de los sectores marginales de la sociedad: delincuentes, prófugos, vagabundos, etc… mismos que arribaron a la Nueva España, estos soldados no contaban con valores ni objetivos de vida, que al tener la oportunidad de sobresalir en un nuevo mundo, establecieron sus métodos poco ortodoxos (avaros, prepotentes, tendenciosos, etc..), para obtener los recursos que en Europa no pudieron obtener.
Podemos asegurar que la independencia del virreinato de la Nueva España fue la mezcla de los diferentes factores que se mencionaron a través del relato de esta investigación, no fue exclusivamente de uno, puesto que en un principio solo se intentó apoyar a España contra la invasión del dominio francés producto de la invasión napoleónica.
Sin embargo, podemos asegurar que la independencia de la Nueva España se forjó como resultado de un movimiento que respondió a la invasión francesa sobre España, que inicialmente se formó como apoyo del virreinato para que España se librara del yugo francés, de este apoyo surgió la idea de que las colonias no dependieran de Francia y mientras no existiera rey en España, no se tenía gobierno que dirigiera la vida de las colonias por lo tanto estas deberían de ser autónomas. Coyuntura que aprovecharon los criollos que se veían perjudicados por lo obstáculos impuestos por los peninsulares en la dirección de todos los campos de desarrollo existentes en el virreinato.
La independencia de la Nueva España fue producto de este intento criollo por quitarle el poder a los peninsulares y de esta manera fueron apoyados por las demás castas y clases sociales que fueron los que mayor daño recibían al ser los que soportaban los malos tratos y esclavización.
Cuando se logró la independencia aún se pensaba, en que fuera gobernada por un rey extranjero, un ejemplo lo tenemos en el acto conocido como grito de independencia dirigido por el Cura Miguel Hidalgo, en la Ciudad de Dolores en el menciono un viva a Fernando VII y en ningún momento dijo o dio a entender la abolición de esclavitud.
El proceso de independencia fue duro, cruel y se logró a un precio muy alto, pues la colonia no tenía la infraestructura para poder ser autónoma en cuanto a su dirección política y a la diversidad de pensamientos para su establecimiento, pues los protagonistas pelearon por instalar una república federal, central o imperio y al no ponerse de acuerdo continuaron las luchas.
FUENTES CONSULTADAS.
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[1]El crecimiento urbano y desarrollo del mercado propiciaron el aumento de sectores intermedios: pequeños comerciantes y administradores, escribanos, abogados y además el personal eclesiástico era muy numeroso; por otra parte, al pueblo trabajador lo integraban indios y castas, base de la pirámide social, que solo compartía la miseria extrema. Luis Villoro, El proceso ideológico de la revolución de independencia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1983, pp. 32, 39.
[2] Zavala Lorenzo, La sociedad mexicana antes y después de la Independencia, en Andrés Lira (Coordinador) Espejo de discordias, México, Secretaría de Educación Pública, 1984, pp. 37-38.
[3] Jiménez Rueda, Julio. Letras mexicanas en el siglo XIX. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1988, p. 46.
[4] Zarate, Julio. “La guerra de independencia”, en Vicente Riva Palacios et al., México a través de los siglos, México, Editorial Cumbre, 1977, tomo III, p. IV.
[5] A los españoles nacidos en Europa se les llamaba gachupines, que en lengua mexicana significaba “hombres que tienen calzados con puntas o que pican” con alusión a las espuelas, término que como el de “criollo”, con el aumento de la rivalidad entre ambos grupos, fue considerado ofensivo. Lucas Alamán, Historia de Méjico, México, Imprenta de J.M. Lara, 1849, p. 7.
[6] Gutiérrez Sáenz, Raúl. Historia de las doctrinas filosóficas, México, Editorial Esfinge, 1988, pp. 99-135.
[7] Rangel, Nicolás; Mena, Ramón. Los precursores ideológicos de la guerra de independencia. México, Publicaciones del Archivo General de la Nación, 1932, tomo II, p. 5.
[8]De la Torre Villar. P. 8.
[9] Zarate, Op. cit., p. 57-59.
[10] De la Torre Villar, Ernesto. La Independencia Mexicana. Tomo 1. México, 1982. Fondo de Cultura Económica. P. 7.
[11] De la Torre Villar. P. 11-22.
[12] Rangel, Nicolás; Mena, Ramón. Los precursores ideológicos de la guerra de independencia. México, Publicaciones del Archivo General de la Nación, 1932, tomo. I, p. 6.
[13] Alamán, Op. Cit., p. 17.
[14] Rangel, Op. Cit., p. 5.
[15] Bonfil Batalla, México Profundo una civilización negada, México, Alianza Editorial, 1991, pp. 24-35
[16] El Tratado de Tordesillas fue firmado en Tordesillas (hoy provincia de Valladolid, España, el 7 de junio de 1494 entre Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón, y Juan II rey de Portugal, en virtud del cual se establecían un reparto de las zonas de conquista y anexión del nuevo mundo mediante una línea divisoria del Océano Atlántico y de los territorios
[17] Mora, José María Luis, México y sus revoluciones, Tomo I Fondo de Cultura Económica, Edición Facsimilar, México, 1986. P. 261.
[18] Ibídem, pp. 229-230.
[19] La explicación que dio el rey al Papa Clemente XIII fue que los jesuitas difundían las ideas de la ilustración y pretendían derrocar a los monarcas; además les atribuía responsabilidad en el Motín de Esquilache (1766). El Papa aceptó, y siete años más tarde Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús.[
[20] Picón Salas Mariano, De la conquista a la independencia, Fondo de Cultura Económica, novena reimpresión, México, 1985, p85.
[21] Quirarte Martin, Visión panorámica de la historia de México, PORRÚA, Onceava Edición, México, 1978. p. 15.
[22] Cue Cánovas Agustín, Historia social y económica de México 1521-1854, Trillas, segunda edición, México, 1975. p. 157
[23]Cue Cánovas Agustín, Historia social y económica de México, 1521-1854, Trillas, segunda edición, México, 1975. p. 158
[24]Mora José María Luis, México y sus revoluciones, Tomo I Fondo de Cultura Económica, Edición Facsimilar, México, 1986. p. 265
[25] Cue Cánovas Agustín, Historia social y económica de México, 1521-1854, Trillas, segunda edición, México, 1975. p. 161
[26]Como era el caso del cura José María Morelos y Pavón uno de los iniciadores del movimiento independentista.
[27]A pesar de que no se podía esclavizar a los indígenas por su condición espiritual, siendo considerados como niños, vivían en condición de esclavitud y servidumbre muchas veces voluntaria ante las condiciones de pobreza en las comunidades, dentro de las haciendas los esclavos negros tenían más valor y mejores puestos que los indios, además en la sociedad novohispana era de mayor estatus tener sirvientes negros que indios.
[28] En 1785 se expidió la ley que ordenaba la enajenación de bienes raíces pertenecientes a diversas fundaciones y establecimientos religiosos, lo que obligo a poner a la venta el producto al 3 % de interés anual, en la real caja de amortización.
Quirarte Martin, Visión panorámica de la historia de México, PORRÚA, Onceava Edición, México, 1978, pp. 16,17.
[29]Ibídem p. 38
[30] Cosío Villegas (coordinador), Historia General de México, vol. I México, COLMEX, 2000, p. 328
[31] El 25 de enero de 1524 salieron del puerto de Sanlúcar Barrameda, España, 12 franciscanos enviados por el ministro general de la Orden de San Francisco, Reverendísimo fray Francisco de los Ángeles: bajo la obediencia de fray Martín de Valencia los otros once fueron Fray Francisco de Soto, Fray Martín de la Coruña, Fray Antonio de Ciudad Rodrigo, Fray García de Cisneros, Fray Juan de Rivas, Fray Francisco Jiménez, Fray Juan Juárez, Fray Luis de Fuensalida, Fray Toribio de Benavente “Motolinía”, Fray Juan de Palos y Fray Andrés de Córdoba. Sin embargo, los tres primeros misioneros Franciscanos que llegaron a la Nueva España el 13 de agosto de 1523 fueron Fray Juan de Tecto, Fray Juan de Ahora y Fray Pedro de Gante.
[32] Posteriormente llegaron los jesuitas en 1572, los carmelitas 1585, los mercedarios en 1594, los hipólitos, juaninos, antoninos y filipenses en 1657, los betlemitas en 1674 y los camilos en 1755.
[33] Una de las estrategias de evangelización más efectiva fue la enseñanza de los niños, ya que además de formarlos en la fe católica desde pequeños, los usaban como espías para asegurarse de que sus padres no continuaran con prácticas idólatras dentro de sus casas.
[34] Manrique Jorge Alberto, “Del Barroco a la Ilustración”, en Cosió Villegas, Op cit., p. 337
[35] Mayer Alicia, “El culto de Guadalupe y el proyecto tridentino en la Nueva España”, en Revista de Estudios de Historia Novohispana, número. 26, México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 2002, p. 20
[36] La asociación que se trató de hacer de la diosa Tonantzin y la virgen de Guadalupe, condición que en su momento quiso ser abolida por fray Bernardino de Sahagún, ha sobrevivido en las épocas actuales. Coatlicue (La de la falta de serpientes), También recibía los nombres de Tonantzin (nuestra muy venerable madre), y Teteoinan (madre de los dioses[36]). Se representa como una mujer decapitada, de cuyo cuello surgen dos cabezas de serpientes, que simbolizan corrientes de sangre. Sobre los senos caídos, luce un collar de corazones y manos, y un pendiente de cráneos que simbolizan la vida y la muerte. Falda de serpientes entrelazadas y sujetas atrás por un broche de cráneo con cascabeles y flecos. Las manos se representadas por cabezas de serpientes con las fauces abiertas y los pies con garras de águila. En la base tiene esculpido un Tlaltecuhtli, el señor de la tierra José Alcina Franch, Miguel León-Portilla y Eduardo Matos Moctezuma, Azteca mexica: Las culturas del México antiguo, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Lunwerg Editores, 1992.
[37] Thompson I.A.- Guerra y decadencia. Gobierno y administración en la España de los Austrias 1560-1620, Ed. Crítica, Barcelona, 1981, p. 337
[38] Ibíd. p. 320-321
[39] Tales principios fueron el motor de la reorganización militar borbónica, así se aprecia al ver los datos económicos y los estados de fuerza de los ejércitos: los gastos navales aumentaron, de 80,000 escudos en 1706 a 4.1 millones en 1718; de igual forma el ejército entre 1703 y 1722 aumento en un 400% aproximadamente.
[40] La profesionalización del ejército se dio a partir de la Real Cédula de 1704 que dispuso que en la integración en las compañías se recibieran diez cadetes, nobles e hidalgos, que se distinguirán de los demás por el servicio y la paga, posteriormente en 1717 se crearía la escuela de cadetes.
[41] A pesar de esto los cuadros de la oficialidad no necesariamente provenían del estamento nobiliario. Es decir, que quienes integraron el ejército permanente, las milicias provinciales y las milicias urbanas, no provenían del estrato nobiliario.
[42] Para normar a las milicias provinciales durante el reinado de Carlos III se emitió el Reglamento respectivo en 1767, que regulaba de manera exhaustiva y detallada, todo lo relacionado a dichos cuerpos armados. Por su parte, las milicias urbanas tenían como principal función la defensa armada de plazas fuertes en las fronteras o en los puertos. Pero a raíz del Reglamento de milicias, dichas fuerzas quedaban supeditadas a las necesidades propias de las milicias provinciales. Pérez E. María.- El problema de los vagos en España en el siglo XVIII, Ed. Confederación Española de Cajas de Ahorros, Madrid, 1976, p. 236 y ss.
[43] Este sistema de enrolamiento estuvo basado en una comisión o conocido como administrativo no se hacía en nombre de la Corona, se designaba específicamente a un capitán para que éste a nombre del rey hiciera el reclutamiento de los hombres necesarios para incorporarlos a las fuerzas armadas. Los capitanes elegidos recibían un salario mejor remunerado. El reclutamiento voluntario se hacía en las ciudades, donde se reclutaban aproximadamente 250 individuos, los que se seleccionaban en el transcurso de un mes. A los alistados se les ofrecía un salario que en ocasiones no se cubría por falta de dinero. En la realización de esta selección se contaba con el apoyo de las autoridades locales, los individuos seleccionados por lo general fueron de entre los 15 a 50 años de edad, con una capacidad física aceptable. Cfr. “Vida del Capitán Alonso Contreras”. Autobiografías de soldados, siglo XVII. Núm. 90, p. 128. BAE. En Borreguero, Beltrán, Cristina.- El reclutamiento militar por Quintas en la España del siglo XVIII. Orígenes del servicio militar obligatorio. Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones, Serie Historia y Sociedad, N° 12, España, 1989, p. 33, 34. Así como, Cfr. Quatrefages, René.- Los tercios españoles 1567 1577. Madrid, 1979, p. 27. Borreguero. p. 35.
[44] El sistema de asiento se llevaba mediante contratos con personas que tenían relación con la Corona en este caso el Rey sólo podía recurrir a la población que ocupara sus tierras, ya que en los territorios que la iglesia tenía algún interés no podía disponer de la población, asimismo los territorios señoriales estaban exentos. Por lo que se tenía que recurrir a reclutar tropas en territorios ajenos a la monarquía a través de intermediarios.
[45] Este sistema buscaba, elegir a los hombres que se encargarían de la defensa de una región que estuviera en conflicto o cercana al área donde posiblemente se efectuara algún combate. Dentro de este sistema de repartimientos se elegía a un soldado por cada 75 o 100 habitantes, aunque variaba según la población existente o las necesidades de la monarquía. Para realizar la selección los Ayuntamientos participaran de manera activa. En las formas de elección se podía recurrir al sorteo de candidatos, pagar dinero para evitar enviar hombres o la posibilidad de elegir sustitutos.
[45]El sistema sufrió inconvenientes, pues los ayuntamientos demoraban en la elección de candidatos o no cumplían con las disposiciones; porque pasada la campaña los soldados difícilmente regresaban a sus hogares. Borreguero, C. Op. Cit. pág. 40.
[46] El servicio militar que prestaba la nobleza se dividía en dos: una de carácter obligatorio, cuando el rey lo solicitaba y la otra de forma voluntaria y sus bases fueron los ejércitos permanentes. Parker, G. Op. Cit. pág. 77. Borreguero, C. Op. Cit. pág. 41.
[47] Fueron una medida legítima de defensa nacional cuyos objetivos eran formalizar las acostumbradas obligaciones de las ciudades de ayudar a su propia defensa y dotar a esas fuerzas de algún tipo de organización permanente. Las milicias tienen una largo antecedente de conformación en España. Así, desde 1495 y 1496 se había intentado que los pueblos se organizarían de conformidad con sus posibilidades para la defensa, en 1552, bajo el mandato de Felipe II se dispuso organizar milicias con una máximo de 34,000 efectivos. Por lo que se dispuso la creación de compañías de 200 hombres. Otro intento fue el de 1590, este derivó de las incursiones y saqueos cometidos por Francis Drake. Por lo que se ordenó crear una milicia de 60,000, a los alistados se les concedieron privilegios, el sistema de milicias fue el medio utilizado para resolver los problemas recurrentes del reclutamiento. Además, ante la necesidad de hombre para el ejército sirvió para completar las levas del reclutamiento normal en diversas contingencias. Las Milicias no tenían facultad para efectuar ninguna intervención fuera de su jurisdicción, ni podías ser embarcados para acrecentar las tropas de ultramar. Cfr. Thompson, I.A.A.- Guerra y decadencia. Gobierno y administración de la España de los Austrias 1560/1620. Barcelona 1981. Borreguero. Pág. 43. Ozcariz y Beaumont, J. Historia de las milicias provinciales. Madrid, 1852, Ribot, García L.A.- “El ejército de los Austrias. Aportaciones recientes y nuevas perspectivas” En Pedralbes, 3, Barcelona, 1983, p. 29.
[48] Cfr. Parker, G. El ejército de Flandes y el camino Español 1567-1659. Madrid, 1976. P. 80, Borreguero. 38
[49] Parker. P. 84
[50] Antes del arribo de Villalba a Veracruz en 1764, el virrey había seguido la política de fortificar Veracruz, Campeche y Acapulco, también había acantonado piquetes de soldados españoles en las fronteras del virreinato para controlar cualquier rebelión o motín, además de que ya había solicitado tropas regulares a España, se organizaron cuerpos militares irregulares. Serrano Ortega José Antonio. Contingente de sangre, Los gobiernos estatales y departamentales y los métodos de reclutamiento del Ejército Permanente Mexicano 1824-1844, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México 1993. P. 23.
[51] Serrano, p.23, 24.
[52] Las fuerzas napoleónicas, invaden España y abdican los Borbones y como consecuencia Napoleón impone a su hermano “pepe botellas” como máximo dirigente de España, esto provoco descontento en los españoles y un desequilibrio comercial, económico, político y militar para las colonias que dependían de España, que iniciaron sus movimientos de i independencia principalmente.
[53] En realidad el Ejército novohispano no fue vencido en los campos de batalla, fueron sus comandantes criollos nacidos en América quienes se unieron a los insurgentes para lograr la independencia de la Nueva España.
[54] a los piratas se les perseguía aun en tierra ya que muchos trabajaban consiguiendo la información de los cargamentos de las minas de plata que serían enviados por mar a la metrópoli española. A.G.N. Corsarios Franceses E Ingleses En La Inquisición De La Nueva España. Siglo XVI. Imprenta Universitaria, UNAM, México, 1945. p. 231.
[55]Kahle Günter. El Ejército y la formación del Estado en los comienzos de la independencia de México, S.D.N. México, 2001, Bibliografía del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. pp. 33-36.
[56]Kahle Günter. p. 40.
[57]Se llama alarde a la muestra o reserva que se hacía de los soldados y de sus armas y la revista que se les pasaba. Así se llamaba la revista que pasaba el rey o por la persona por él encargada a: Duques, Condes, Ricoshombres, Caballeros, Escuderos, Vasallos que disfrutaban tierras o acostamiento, para saber si tenían los caballos o armas necesarias y si estaban dispuestos a entrar en campaña en el instante que se les convocasen y se efectuaba el día 1 de marzo. Posteriormente se llamaron alardes a las revistas que tenían por objeto conocer el estado de las tropas y premiar a las mejor disciplinadas e instruidas.
[58]Porro, Jesús María. La defensa y consolidación de las fronteras en el Septentrión novohispano: Geografía y desarrollos cartográficos (1759-1788). Universidad de Valladolid. Anuario de Estudios Americanos, enero-junio, Sevilla (España), 2011, p. 1
[59]Ibid. P. 2.
[60]Cruz Barney, Oscar. las milicias en la Nueva España: la obra del segundo conde de Revillagigedo (1789-1794). Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM.bufetecruzm@infosel.net.mx. p. 76.
[61] Ibid. p. 77.
[62] Cruz Barney, Oscar. pp.78, 79.
[63] Archer, Christon. «En busca de una victoria definitiva: el ejército realista de Nueva España, 1810-1821» Las guerras de independencia en la América española .México. F.C.E. 2002. p. 423.
[64] Kahle Günter. p. 52.
[65] Ibíd. p. 53.
[66] Cruz Barney, Oscar. pp.78 y 79.
[67] Op. Cit.
[68] La Armada de Barlovento, fue una institución militar creada por el imperio español para proteger sus territorios ultramarinos americanos de los ataques de sus enemigos europeos, así mismo como de piratas y corsarios.
[70]Velázquez, María del Carmen, Estado de Guerra en Nueva España, 1760-1808, Compilación, El Colegio de México, México, 1950, pp.13-20. Por ese motivo se creó un sistema de imperial español de comunicaciones con la construcción de varios fuertes a lo largos de las posesiones americanas.
[71] Ibid. p. 55
[72] Cruz Barney, Oscar. pp. 86.
[73] Ibíd. p.87
[74] Cruz Barney, Oscar. P. 77.
[75]El régimen jurídico de los guardacostas novohispanos: 1784-1793, Jurídica, Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, México, Universidad Iberoamericana, 1999, n. 28, pp. 193-225.
[76] Velázquez, María del Carmen. pp. 95 y 97.
[77] Op. Cit.
[78] Ibíd. p.103
[79] Ibíd. p.125.
[80] Ibíd. p. 146.
[81] Velázquez, María del Carmen. p.151.
[82] Velázquez Ibíd. p.152.
[83] De la Torre Villar. P. 102-106.
[84] De la Torre Villar. P. 109.
[85] También envió recursos a la metrópoli y trato de alejar del gobierno a los españoles extremistas como el oidor Aguirre y al publicista Juan López Cancelada, acérrimos enemigos de Iturrigaray y de los novohispanos.De la Torre Villar. P. 109
[86] El virreinato fue la máxima expresión territorial y administrativa que existió en las Indias (colonias). Se creó en las célebres Capitulaciones de Santa Fe, firmadas el 17 de abril de 1492 entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón. Este último recibió, en aquella oportunidad, el título de Virrey y Gobernador General de todas las tierras que descubriera, cargo que le fue reconocido a su regreso del descubrimiento por cédula de los Reyes Católicos otorgada en Barcelona el 28 de mayo de 1493. José Alcina Franch, Miguel León-Portilla y Eduardo Matos Moctezuma, Azteca mexica: Las culturas del México antiguo, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario, Lunwerg Editores, 1992.
[87] Los corregidores y alcaldes mayores, percibían en lo general sueldos bajos, por lo que para obtener mayores ingresos recurrían al comercio dentro de su jurisdicción, así como al repartimiento de indios, produciéndose abusos y quejas en su contra, todo esto ocasionaba un resentimiento en contra de los peninsulares, que gozaban de beneficios otorgados por la corona española. Cue Cánovas Agustín, Historia Social y Económica de México (1521-1854), Edit. Trillas S.A., México 1975, pp. 135-140.
[88] Ibídem pp. 140-147.
[89]Quirarte Martin, Visión panorámica de la historia de México, Edit. Iberia Porrúa, México 1978 pp. 44-48.
[90] Villoro Luis, El proceso ideológico de la revolución de independencia, México, 4 Edición, Ed. UNAM, 1984, pp. 85, 87.
[91] Jáuregui Luis, Las Reformas Borbónicas, en Nueva Historia Mínima de México, COLMEX, México, 2006, p. 114.
[92] Ibídem, Pp. 115, 116.
[93] Ibídem P. 118.
[94] Florescano Enrique, La época de las Reformas Borbónicas y el Crecimiento Económico 1750-1808, en Historia General de México, México, COLMEX, 1999. p. 557.
[95] Jáuregui Luis, Op. Cit. p. 133.
[96] Aguilar M. Alonso, La Época de la Independencia 1808-1824, Pensamiento Político de México, Nuestros Tiempos. S.A. México, 1986. pp. 60,61.
[97] Florescano Enrique, Op. Cit. p. 565.
[98] Ibídem. pp. 561, 562, 563.
[99] Ibídem p. 544-550.
[100] Wobeser Von Gisela, La Consolidación de Vales Reales Como Factor Determinante de la Lucha de Independencia en México 1804-1808, México en Tres Momentos, 2006, pp. 374, 375, 376.
[101] Ibídem pp. 381, 384- 386.
[102] Ibídem, pp. 395, 397.
[103] Ibídem, p. 399.
[104]Ibídem, p. 380, 387.
[105] Aguilar M. Alonso, Op. Cit. pp. 62, 63.
[106] Martínez José Luis, Hernán Cortés, México, FCE, 1990, p. 130.
[107] Alamán Lucas, Historia de México desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente, Tomo I, México, Imprenta de J. M. Lara, 1849, pp. 6-7
[108] Lira Andrés, Espejo de discordias la sociedad mexicana vista por Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora y Lucas Alamán, México, SEP, 1984, p. 31
[109] Humboldt Alejandro, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, México, Porrúa, 2011, pp.35-36.
[110] Ibíd., p. 76
[111] Alamán, Óp. Cit. p. 8
[112] Lira, Op. Cit. p. 150
[113] Amerlinck María Concepción, Conventos de monjas: fundaciones en el México Virreinal, México, Condumex, 1995, p. 7
[114] Alamán, Op. Cit. pp. 25-26
[115] Alamán, Op. Cit. pp. 23-25
[116] Humboldt, Op. Cit. pp. 88-89
[117] Alberro Solange, Del gachupín al criollo o de cómo los españoles de México dejaron de serlo, Jornadas 122, El Colegio de México, 2006 pp.14-15
[118] Alberro, Op. Cit. p.40
[119] García Cantú, Gastón “El pensamiento de la reacción mexicana”, Historia documental, Tomo I 1810-1859, UNAM, México 1994
[120] Alberro, Op. Cit., p.38
[121] Brading David. Los orígenes del nacionalismo mexicano, Editorial Era. Colección Problemas de México. México.2005. p. 23
[122] Ibídem, pp. 26,27
[123] Delgado de Cantú Gloria M., “El proceso de gestación de un pueblo” en Historia de México I, Editorial Alhambra Mexicana, México, 1995, pp. 425-426
[124] Brading, Op. Cit., p. 32
[125] Alberro, Op. Cit., pp. 50-51
[126] Brading, Op. Cit., p.32
[127] Cosio Villegas Daniel, Historia General de México, El Colegio de México Vol. 1. México. 1998. pp. 594-596
[128] Brading, Op. Cit., p.97-98
[129] Delgado de Cantú, Op. Cit., p. 409
[130] El 25 de enero de 1524 salieron del puerto de Sanlúcar Barrameda, España, 12 franciscanos enviados por el ministro general de la Orden de San Francisco, Reverendísimo fray Francisco de los Ángeles: bajo la obediencia de fray Martín de Valencia los otros once fueron Fray Francisco de Soto, Fray Martín de la Coruña, Fray Antonio de Ciudad Rodrigo, Fray García de Cisneros, Fray Juan de Rivas, Fray Francisco Jiménez, Fray Juan Juárez, Fray Luis de Fuensalida, Fray Toribio de Benavente “Motolinía”, Fray Juan de Palos y Fray Andrés de Córdoba. Sin embargo, los tres primeros misioneros Franciscanos que llegaron a la Nueva España el 13 de agosto de 1523 fueron Fray Juan de Tecto, Fray Juan de Ahora y Fray Pedro de Gante.
[131] Hernán Cortés y los primeros evangelizadores, el religioso mercedario Bartolomé de Olmedo y el clérigo Don Juan Díaz, capellán de la Armada de Cortés, dieron prioridad a la evangelización con el fin político de afirmar la conquista. Riva Palacio, Vicente (coordinador). México a través de los Siglos Tomo II. México, Editorial Cumbre, 1977, pp. 519.
[132] Ibid.
[133] García Icazbalceta, Joaquín. Disertación citada en Riva Palacio, Op. Cit.
[134] Los oficios mecánicos y viles, como curtidor, herrero, sastre, zapatero, carpintero entre otros, eran los trabajos manuales o artesanales.
[135] Duverger, Christian. El primer mestizaje. La clave para entender el pasado mesoamericano. México, Taurus Historia, 2007, pp.670.
[136] Como consecuencia de la concepción teológica medieval de la mujer que mantenía la Iglesia Católica, se implantó en la Nueva España la noción de que la mujer no tenía capacidad de acciones autónomas que la llevaran a ser independiente, considerándose que su posición natural era la de quedarse en casa atendiendo las tareas domésticas, mientras que el hombre aseguraba el mantenimiento de toda la familia. Pizzigoni, Caterina. “Como frágil y miserable” Las mujeres nahuas del valle de Toluca, en Gonzalo Aizpuru, Pilar (coordinadora). Historia de la vida cotidiana en México: tomo III: El siglo XVIII: entre tradición y cambio. México, El Colegio de México: Fondo de Cultura Económica, 2005, pp. 501.
[137] Manrique, Jorge Alberto. Del barroco a la ilustración en Cosío Villegas, Daniel (Coordinador) Historia General de México Volumen I, México, El Colegio de México, 1999, pp. 672.
[138] García Icazbalceta, Joaquín, Op. Cit., pág. 520
[139] Riva Palacio, Op. Cit., pág. 523.
[140] Ibid, pp. 673-681.
[141] Florescano, Enrique; Gil Sánchez, Isabel. La época de las reformas borbónicas y el crecimiento económico, 1750-1808, en Cosío Villegas, Daniel (Coordinador) Historia General de México Volumen I, México, El Colegio de México, 1999, pp. 584.
[142] La Compañía de los jesuitas tomaba parte importantísima en la vida social e intelectual de la comunidad, los colegios y conventos jesuitas fueron centros intelectuales donde se promovían vocaciones artísticas y hasta de sanas diversiones. Pilar Gonzalbo Aizpuru, La educación popular de los jesuitas, México, Universidad Iberoamericana, 1989, p. 57.
[143] Destacan los procesos inquisitoriales formados al seminarista Juan José Pastor Morales, devoto de las máximas enciclopedistas; a Fray Juan Ramírez de Arellano, Guardián del convento de Texcoco y adepto del sistema republicano; al Cura y Juez Eclesiástico de Otumba Antonio Pérez de Alamillo, seguidor de las ideas de la Revolución Francesa, entre otros. Rangel, Nicolás; Toro Alfonso. Los precursores ideológicos de la guerra de independencia 1789-1794. México, Publicaciones del Archivo General de la Nación, 1929, tomo I, p. 7-28.